El papel de la banca ética en la economía solidaria
Ahondamos un poco más en los diferentes conceptos de esta forma de producción social
Dentro de la economía solidaria, un concepto fundamental es el de banca ética, también conocida como banca social o banca alternativa. Se trata de un conjunto de entidades financieras cuyos productos no están condicionados exclusivamente al criterio del máximo beneficio y la especulación. Invierten en economía real y, en algunos casos, hasta tienen estructura interna fundamentada en la participación cooperativa.
La banca ética busca, en definitiva, situar a las personas en el centro de su actividad, teniendo en cuenta también el impacto de esta en el medio ambiente. Son entidades financieras que, por un lado, captan fondos de ahorro e inversión y, por otro, conceden financiación a empresas, proyectos y organizaciones que necesitan recursos para su actividad económica y contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas y a proteger la naturaleza.
Este tipo de banca surge como parte de los movimientos de economía alternativa que buscan una economía real y cuyas actividades produzcan un impacto social o medioambiental positivo. Ciertos escándalos públicos de corrupción en Estados Unidos y conflictos políticos internacionales (la guerra de Vietnam, el régimen del apartheid en Sudáfrica...), hicieron que la ciudadanía y una serie de colectivos tomasen conciencia de que la relación ahorro-crédito estaba completamente controlada por los bancos. Es decir, los ahorradores y legítimos dueños de ese dinero no tenían capacidad para decidir sobre los créditos que se concederían con su ahorro. De esta manera, el ahorro de una ONG que trabajara por la paz podía invertirse en armamento.
Así, surge un movimiento crítico que exige aplicar la ética en los negocios y la búsqueda de una economía alternativa que gestione los recursos económicos con el objetivo de satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Esto se enfrenta a la clase de economía cuyo objetivo es el crecimiento.
Objetivos
Por economía real se entiende toda aquella actividad económica no especulativa y fuera de los mercados secundarios. Es decir, que los proyectos financiados con el crédito de la banca ética deberán generar directamente bienes o servicios. Esto también excluye la concesión de créditos para el consumo personal. El impacto positivo, ya sea social o medioambiental, significa restringir las actividades financiables a las que cubran servicios necesarios y abandonados por la banca tradicional debido a su baja rentabilidad. Esto se logra desterrando una serie de proyectos (armamento, prostitución, extensos monocultivos intensivos, tabaco...) y priorizando otros (comercio justo, atención a colectivos en riesgo de exclusión, educación).
Además, la transparencia es una herramienta fundamental para mantener la credibilidad de la banca ética. En dichas entidades hay gran accesibilidad a la información de los proyectos beneficiarios del crédito concedido.
Existen diferentes modelos de banca que forman parte de la banca ética. Se pueden simplificar clasificándolos en los siguientes grupos:
Banca ética
Conjunto de intermediarias financieras bajo supervisión del Banco de España en materia de liquidez y transparencia, que cumplen los objetivos citados anteriormente (economía real e impacto positivo para la sociedad), y tienen un organigrama tradicional. Es decir, el derecho a voto depende de la participación en el capital social o de la proporción de activos poseídos respecto al total emitido. Ejemplos de estas entidades son Triodos Bank4 o Colonya Caixa Pollença.
Banca ética cooperativa o ciudadana
Conjunto de intermediarias financieras que cumplen los objetivos citados anteriormente (economía real e impacto positivo para la sociedad) y tienen un sistema de gobierno asambleario en el que todo usuario del banco tiene un voto de igual peso, sin considerar el capital invertido en dicha institución. Es decir, una persona, un voto. Suelen tener mejor acogida en las asociaciones del Tercer sector que entre particulares y empresas. Algunas de estas instituciones no tienen ficha bancaria y se constituyen como cooperativas de crédito. No es caso de España, donde las cooperativas de crédito están reguladas por ley y son autorizadas y supervisadas por el Banco de España.