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Una justicia extraterrestre

Por Francisco Pomares

 

 

El Juzgado de Valverde ha recibido una querella por prevaricación urbanística presentada por la Fiscalía contra el antiguo alcalde de la villa, Agustín Padrón Benítez, del PP. La Fiscalía pide la imputación del alcalde por la concesión de licencia de obra y las tres prórrogas posteriores que el Ayuntamiento concedió a Gorona del Viento, la sociedad mixta responsable del proyecto que pretende que toda la energía de la isla sea renovable y no contaminante. La denuncia ante la Fiscalía fue presentada por una organización ecologista –Ossinisa- que considera que no se cumplieron todas las normas urbanísticas preceptivas, opinión que comparte el fiscal.

 

No voy a entrar a valorar la importancia ni la oportunidad del proyecto para El Hierro y para Canarias. Como todo en esta vida, el proyecto, de una envergadura gigantesca y un coste enorme, tiene defensores a ultranza y detractores empedernidos. Pero no es esa la cuestión, la central ya está funcionando.

 

La cuestión es que una vez presentada la querella, y solicitada la imputación del ex alcalde –es probable que se produzca, porque la querella ya ha sido admitida a trámite- se iniciará un procedimiento que durará unos cuantos muchos años, y en el que todo el proyecto –que ha contado con financiación europea y es una de las primeras experiencias mundiales en autosuficiencia energética de un territorio insular- quedará tocado y pendiente de un hilo. No es un caso único, sino todo lo contrario. En los últimos años, el abuso del recurso a la judicialización, se ha trasformado en una creciente tendencia a colocar en la jurisdicción penal muchos procedimientos. Lo hemos visto en el caso del Mamotreto de Santa Cruz de Tenerife, en el que un conflicto entre dos administraciones por la invasión del dominio marítimo terrestre –algo denunciado también estos días en relación con la Playa de las Canteras- ha concluido con seis políticos y funcionarios condenados a prisión e inhabilitación, y con una sentencia no muy clara sobre el derribo del edificio, que costó millones de euros.

 

Yo no creo que la Justicia sea justa cuando produce más daño del bien que resuelve. En un ambiente creciente de descrédito general de todo lo que nos rodea, los jueces y fiscales actúan a veces como si viviéramos en Marte y no en una sociedad arruinada y exhausta que espera que su Justicia sea comprensible, ejemplar, rápida y –sobre todo- razonable. Sin sentido común, la Justicia se convierte en algo extraterrestre.

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