Mi vivencia en el Servicio de Urgencias del Hospital Universitario Dr. José Molina Orosa
Mercedes Pérez
El pasado 17 de febrero de 2025 acudí a Urgencias por un fuerte dolor en el estómago con vómitos y un malestar insoportable. Gracias a la ayuda de mi hija, logré llegar al hospital con la esperanza de ser atendido y encontrar alivio. Sin embargo, tras una primera valoración rápida, pasé horas esperando, mientras mi estado empeoraba.
Finalmente, tras ocho horas en la sala de espera, a pesar de mi evidente debilidad y de que el nolotil y el omeprazol que me dispensaron no surtían efecto, me envían a casa por un “cólico sin determinar”, posiblemente causado por estreñimiento. Tres horas después, tuve que regresar a Urgencias con un dolor inaguantable. Esta vez, y tras una noche de incertidumbre, me realizaron, junto con las analíticas, un Tac que reveló que tenía apendicitis. Finalmente, tras someterme a una cirugía de urgencias, se confirmó que la apendicitis no tratada a tiempo había derivado en una peritonitis, lo que me ha llevado a estar diez días ingresado en el hospital, más el tiempo que necesitaré en casa para recuperarme.
Escribo esta carta para dar a conocer mis vivencias en el servicio de Urgencias por deterioro de mi salud y la atención recibida. Es necesario atender de una forma más empática sin prejuzgar y centrando la atención en el sufrimiento con prudencia en el diagnóstico y calidad en los cuidados. Afortunadamente, la vida me ofrece recursos que abogan por mi cuando mi fragilidad me lo impide. Siento que existen muchas personas, como yo, que acuden a Urgencias por enfermedad y son dados de alta sin ser valorados de forma adecuada, y sin tener otros recursos que les orienten en gestionar su sufrimiento. Quizás, pueden fallecer por diagnósticos no realizados y tratamientos no adecuados, sin que el sistema sanitario tenga noticias suyas, yo podría haber sido una de ellas.
Gestores, cuiden a los profesionales, denles formación en herramientas en la comunicación, en actitudes centradas en las personas, en conocimiento y en tiempo de atención. Las personas no somos números, no somos horas de espera, no somos objetos para cumplir unos objetivos centrados en la gestión. Atiendan a las personas en su integridad y valores de vida y, sobre todo, lleven a cabo controles de calidad para que las personas de esta tierra tengan una atención digna en tiempo y forma.
Gracias a los profesionales que se compadecen de las personas en su sufrimiento y actúan en consecuencia.