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Casos del inspector Jack V

Andrea Bernal

 

 

 Estaba olvidando algo, algo que sería crucial para mi investigación.

 

Decidí llamar a Gerard aquel mediodía brumoso que se posaba en el helecho de mi terraza.

 

Desde que Donna murió Jack mantenía su casa intacta. Los pinceles secos permanecían en un pequeño frasco de cristal junto al último lienzo: Un rostro sin acabar. Parecía ser el mismo inspector de joven, el propio Jack con un poblado bigote.

 

María del Rosario…María del Rosario…natural de Teguise…

Pronunciaba muy bajito el nombre de aquel cuerpo asesinado encontrado en Famara. Lo pronunciaba mientras encendía un cigarrillo.

Llamó a Gerard. ¿Qué otra cosa podía hacer? Estaba totalmente aturdido. La inscripción CAUTE no desaparecía de su cabeza.

 

-What do you do old devil? Look, you don’t gonna believe this…

 

Gerard era su mejor amigo desde que Jack enviudó. Un empresario sin éxito por su buen hacer. Pero nadie triunfa en negocios cuando su imaginación se desborda tanto como su generosidad. Todo lo que emprendía se desmoronaba, pero conservaba su tesón y su optimismo a sus 69 años. Cada negocio tenía un aire romántico e imposible en una isla tan pequeña. Había comprado una vieja mercería en Yaiza. Primero experimentó con tiendas de té y hervolarios, después con tiendas de segunda mano, más tarde con una librería inglesa con extrañas ediciones …

 

Jack narraba lentamente a su amigo aquella extraña mañana aún sorprendido de haber estado la noche anterior con él en Bogart’s;  como si la vida no tuviera otros misterios…

De pronto, Gerard identificó  el significado de aquel CAUTE en el cuerpo de María del Rosario.

 

-Just a second my friend! -dijo asombrado al viejo inspector- Have you ever heard about Baruch Spinoza? ¿Acaso no conoces a Baruch Spinoza?

 

 

 

 

 

 

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