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Un “plan Marshall” para Lanzarote

 

 

  • Lancelot Digital
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    Cambiar España, modernizarla y prepararla para la próxima década, esos son los objetivos del ‘Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia’ que España presentará a lo largo de este mes a la Comisión Europea. Pedro Sánchez ya ha anunciado que se destinarán casi 70.000 millones de los fondos europeos a inversiones públicas entre 2021 y 2023.

     

    Evidentemente, esta inversión supondrá, entre otras cosas, un revulsivo para la industria de todo el país y un plan inicial para poner las bases de la nueva España o la España del futuro. Y está bien, pero lo que nos preocupa es cómo se invertirá la parte del dinero que corresponda a Canarias y por ende a Lanzarote, donde no hay industria realmente y, difícilmente, la podrá haber en el futuro.  Lanzarote no puede perder la oportunidad que tiene con esos fondos estructurales. No podemos tirar ese dinero y el que venga de otros fondos en los próximos seis u ocho años en rotondas y aceras o piscinas inútiles. Ni tampoco debemos perder el tiempo en sesudos debates intelectuales discutiendo sobre el sexo de los ángeles, sobre si Lanzarote debe cambiar o no de modelo turístico, esfuerzos baldíos que sólo termina produciendo melancolía entre la ciudadanía al llegarse a la conclusión de que más allá del Turismo, islas pequeñas como Lanzarote no tiene otra actividad económica que permita vivir razonablemente bien a la población.

     

    Lanzarote no puede perder la oportunidad, insistimos, que se le presenta y tiene que aprovechar esos fondos para lograr que la isla funcione en varios aspectos fundamentales. Hablamos de tejer cuidadosamente los mimbres de un plan pensando en la Lanzarote de 2030. En diez años, esta debe ser una isla premium en infraestructuras que permita garantizar el funcionamiento de lo único que tenemos y sabemos hacer medianamente bien.

     

    Tres son los problemas principales que tienen hoy Lanzarote y que no pueden esperar.  El agua de abasto, el agua depurada y la mejora de las carreteras.  Habría que empezar por modernizar la red de abasto de aguas, obsoleta y con fugas.  Hay que mejorar las actuales plantas potabilizadoras, avejentadas y poco eficaces, apostando por modernizarlas cambiándolas por nuevas instalaciones que necesiten menos consumo de carburante y emitan menos Co2. Invertir en tres nuevas depuradoras que den agua de riego de calidad para jardines y la agricultura para evitar que se tiren miles de toneladas de “agua sucia” al mar como ocurre ahora por la incapacidad de las actuales plantas de procesarlas adecuadamente.  Afianzar la producción de energías renovables y un plan serio de soterramiento por fases de la torretas y postes de telefónica como exige una isla declarada Reserva de la Biosfera. Eso mejoraría mucho el paisaje si, además, salvamos nuestro palmeral herido de muerte.

     

    Otro asunto – y no menor- es la adaptación de nuestras carreteras a la actualidad. No permitiendo ningún reasfaltado o nueva carretera en la que no se incorpore un carril bici tan nombrado como inexistente.  Por supuesto, es preciso mejorar las infraestructuras sanitarias de la isla y crear las bases para que Lanzarote cuente por fin con una ciudad sanitaria pensada para el futuro fuera de las actuales instalaciones de Argana.

     

     

    No son solo estos puntos, claro está, habría más cosas que con tiempo y profesionales puestos manos a la obra se pondrían sobre la mesa, pero si solo se consiguiera la mitad de lo expuesto en las líneas anteriores, ya sería un dinero muy bien invertido. Ahora falta que los políticos y las instituciones se pongan a trabajar, ya llegamos tarde pero todavía hay tiempo si se ponen las pilas. Esperemos que el Plan Marshall para poner a punto la isla no pase de nuevo de nuevo de largo por Lanzarote.

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