La Ley del Suelo, bálsamo para Lanzarote
Canarias ya cuenta, al fin, con una herramienta fundamental para el desarrollo del sector primario y para dar seguridad jurídica a los inversores. En efecto, el Parlamento de Canarias aprobaba a finales de junio uno de los proyectos más relevantes del Ejecutivo de Fernando Clavijo, ya que viene a mejorar el desarrollo y a simplificar y agilizar la burocracia territorial y urbanística del Archipiélago. La nueva Ley viene a clarificar la normativa territorial vigente hasta el momento, además de acercar a los ciudadanos la gestión del territorio. Esta Ley no se “mete” a legislar en los espacios protegidos, como de manera torticera han tratado de vender sus detractores. Es una Ley, en definitiva, que sustituye a cuatro o cinco leyes que influían en el territorio y el urbanismo y enmarañaban cualquier tipo de intento por parte de agricultores, ganaderos e inversores en general, a la hora de desarrollar sus proyectos. La nueva norma agiliza, facilita y mejora, sin que eso suponga ningún riesgo para el territorio protegido. Es decir, la Ley del Suelo traerá mejoras y fomentará el desarrollo económico del Archipiélago dónde sea posible hacerlo y garantizará la conservación del territorio, donde sea preciso conservarlo.
La única pena es que una ley de este tipo haya sido aprobada por mayoría absoluta de los 60 parlamentarios que se sientan en la Cámara canaria y no por una mayoría cualificada, como hubiera sido lo deseable. La norma fue aprobada con el apoyo de 33 diputados de CC, PP, y el Grupo Mixto, ya que los socialistas, pese a apoyar el proyecto mientras estuvieron en el Gobierno, no han querido refrendarlo desde la oposición. Se echó en falta ese apoyo, del grupo socialista que, pese a que apoyó la norma inicialmente, e incluso consiguió que se introdujeran algunas correcciones, sobre todo las relacionadas con los llamados usos complementarios en el suelo rústico-agrario de las islas, se negó en redondo a votar a favor de la totalidad de Ley. Es cierto, que a los socialistas no les quedó más remedio que aprobar la mayor parte del articulado, pero no en sus apartados más sensibles de cara al ecologismo rampante que reina en las islas, sobre todo encabezado por la Fundación César Manrique. Probablemente se trate de una actuación de cara a la galería ahora que ya no forman parte del gobierno, un paripé al que se sienten obligados por influencia de su ala más izquierdista y lavarse las manos en los asuntos, siempre complejos, en un archipiélago con un territorio limitado. Algunas voces indican que no todos los socialistas han estado de acuerdo con la decisión de no votar una ley que consideran más positiva que negativa. ¿Hubiera hecho lo mismo el Psoe de haber seguido gobernando? Todo apunta a que las cosas hubieran sido muy diferentes y a que la Ley habría sido aprobada con un respaldo mucho mayor. Los socialistas han mostrado de esta manera su pequeña pataleta por no ostentar ya el poder que tenían hace apenas unos meses cuando eran parte del gabinete de Clavijo.
Esperemos ahora, una vez que la Ley entre en funcionamiento, que se empiecen a notar de verdad los cambios, sobre todo en el sector Primario que se encuentra muy necesitado de apoyos. Han sido precisamente ellos, agricultores y ganaderos, los más castigados por la gran cantidad de leyes medioambientales y de protección del territorio que tenía Canarias, descoordinadas entre sí, confusas y complejas. Esa maraña normativa contribuyó al abandono del campo canario. Ahora estamos convencidos de que la situación mejorará y el campo de las islas volverá a ser lo que fue en su día. Lo dicho, la aprobación de la Ley del Suelo es una buena noticia para Lanzarote. Lo malo es que aquí seguimos sin Plan Insular, con un Plan de La Geria cuestionado en los tribunales de Justicia, sin planes generales o realmente obsoletos en la mayor parte de los siete municipios, con el Plan de Uso y Gestión del Archipiélago Chinijo desfasado y anulado en los tribunales de Justicia. Con ese panorama oscuro en Lanzarote, la Ley del Suelo sólo es un bálsamo para tantos males.