Apostar por el turismo, apostar por Lanzarote
El Aeropuerto de Lanzarote alcanzaba en diciembre los siete millones de pasajeros en lo que va de año, una cifra que hace apenas cinco años hubiera sido impensable y que demuestra que el turismo va bien. De hecho, mejor que nunca. El turismo, a pesar de las críticas de los eternos agoreros, es el que está sacando a la isla de la crisis. Es cierto que, en parte, la buena marcha de nuestro turismo se debe a los problemas que han sufrido en los últimos años los destinos que competían directamente con la isla, pero también es verdad que cada vez es mayor el número de personas que hace turismo. Los billetes de bajo precio y el incremento de la oferta adaptada a todos los bolsillos, lo han hecho posible. Nadie quiere privarse de un lujo que antes estaba al alcance de sólo unos pocos. A principios del siglo pasado sólo viajaban los ricos. Ahora lo hacen más de 1.000 millones de personas al año.
Es justo ahora cuando Lanzarote debe repensar de nuevo el futuro de su industria turística. Es el momento de reflexionar y analizar los puntos positivos y los negativos. Corregir los efectos no deseados del crecimiento en una isla limitada por su pequeño y frágil territorio. Es el momento de felicitar, también, a aquellos promotores hoteleros que han realizado el esfuerzo económico en mejorar y renovar la oferta que había quedado desfasada, criticar a los que no lo han hecho y al tiempo tirar de las orejas a aquellas instituciones que no han actualizado los espacios públicos turísticos que, en el caso de una isla como Lanzarote, viene a ser toda la isla. Es un error, por parte de la administración canaria, creer que los espacios turísticos de Lanzarote se limitan a Playa Blanca, Puerto del Carmen y Costa Teguise. Toda la isla es turística y eso exige mejorar carreteras, puertos y aeropuertos. También la administración debe invertir en mejorar espacios públicos y permitir al empresario privado desarrollar oferta complementaria deportiva y de ocio.
El turismo lo mueve todo en Lanzarote: más del noventa por ciento de los trabajos, directos e indirectos, dependen de él. Y los lanzaroteños deben estar muy contentos de contar con un sector turístico tan fuerte. Es cierto que hay muchas cosas que se pueden y se deben mejorar, pero no podemos dedicarnos a criticar la industria que nos da de comer a todos. Critiquemos, eso sí, lo mal hecho y la falta de ganas de algunos responsables públicos por hacer las cosas bien.
Sabemos que hay fallos. Cuando se crece rápido y mucho se cometen errores que, ahora, estamos a tiempo de solucionar. Por eso debemos pararnos a calibrar si es posible, sin renunciar a nuestro turismo de sol y playa, que cada vez éste sea de mayor poder adquisitivo. Ese debe ser nuestro destino. Y hay que poner los mimbres necesarios para que se haga realidad.