Un comic que cuenta la vida en las residencias de mayores
El dibujante Eduardo González y la guionista Laura Jiménez reivindican en “Tercer Acto”, a través de historias reales, el papel que ocupan los mayores en la sociedad
El dibujante Eduardo González y la guionista Laura Jiménez de la Espada son los autores de un cómic en el que se retrata el día a día de los mayores en las residencias reivindicando el papel que ocupan y han ocupado en la sociedad sus aportaciones y como son una fuente infinita de anécdotas, sabiduría y experiencias.
Su contenido aborda historias reales y es un intento a la hora de acercarse y dar a conocer la realidad de lo que los autores definen precisamente de esa forma; el tercer acto de la existencia. La publicación ha sido apoyada por el Instituto Insular de Atención Social y Sociosanitaria (IASS), su edición corresponde a Ediciones Idea y a la Fundación Cine + Cómics y fue presentada la semana pasada en el Cabildo tinerfeño, según informa la agencia EFE.
La consejera insular de Acción Social, Participación Ciudadana y Diversidad, Marián Franquet, presentó la pasada semana la publicación y relató que desde el primer momento que le presentaron el proyecto se mostró entusiasmada con la idea y mandó un mensaje al presidente de la Fundación, Francisco Pomares en el que textualmente le decía: “No se te ocurra sacarlo sin mi colaboración”.
La razón es que la consejera insular considera que las viñetas son un medio de comunicación muy válido a la hora de hacer llegar mensajes de una forma distinta de los ciudadanos en cuestiones tan delicadas como es el mundo de la tercera edad. “Por mucho que empujes si no cuentas con la colaboración de la sociedad no logras nada y con este tipo de formatos conseguimos metros de avance”, dijo la consejera, quien alabó el trabajo de dibujante y de la guionista.
En cuanto a de la Espada resaltó que era conocedora del mundo en el tratamiento de la discapacidad y del cuidado de los mayores por su labor como fisioterapeuta y sobre González alabó sus dibujos. “Estoy muy satisfecha, aunque la verdad es que lo único que hemos hecho es apoyar esta iniciativa de una forma egoísta porque sabemos que vamos a sacar resultados. No en euros sino en impacto social y transformador”. La consejera indicó que la obra encaja perfectamente en el intento de dignificar a los mayores y mostrarlos “exactamente cómo son y su diversidad. Eso fue lo que me empujó a apoyar el proyecto y ahora el objetivo es que llegue al mayor número posible de personas. Es el comienzo de un camino para nosotros y para una Fundación que ha girado el volante para dedicarse a cuestiones sociales y en ese camino seguro que nos volverá a encontrar”.
Pomares considera que Tercer Acto es el resultado de unir la sensibilidad de la guionista a la hora de plasmar sus experiencias con los ancianos y el talento de González, a quien llegó a calificar como el mejor dibujante, ilustrador y caricaturista de Canarias, pese a que él prefiere definirse como “un lápiz”. Recuerda que la obra surge de la intención de abordar cuestiones sociales desde la Fundación, y nada mejor que hacerlo de la mano del IASS y el talento de los autores. Pomares ratificó la versión de Franquet sobre el mensaje que le mandó diciéndole que quería colaborar en el proyecto y el entusiasmo que este apoyo despertó en él. La idea original surgió hace tres años cuando el Instituto le planteó desarrollar este tipo de propuestas, pero dada la dificultad de plasmarla en la realidad el proyecto quedó temporalmente aparcado.
Curiosamente, en su momento González le comentó que había elaborado unos bocetos sobre estas cuestiones y entonces Pomares comprobó que las historias encajaban perfectamente en aquella idea inicial. “Me quedé anonadado porque un buen dibujante no vale absolutamente nada si no tiene una buena historia detrás y aquí Eduardo tuvo la suerte de dar con una persona de extraordinaria sensibilidad”, en referencia a la guionista. A partir de ese punto el proyecto inicial se amplió añadiendo varias historias y finalmente los bocetos fueron presentados a Franquet con el fin de que prestara su apoyo, aunque Pomares aseguró que dada la calidad del trabajo la Fundación lo iba a editar de cualquier manera.
Al tratarse de una tirada considerable su encargo tuvo que realizarse en la Península, por lo que cuando fue presentado en La Laguna tuvieron que recurrir a fotocopias, aunque las diferencias son inapreciables y de hecho se vendieron todos los ejemplares. Pomares cree que se trata del mejor trabajo del dibujante, autor de una versión de la obra Mararía, dos obras diferentes y que por lo tanto no son comparables.
González agradeció al IASS la oportunidad que se les ha ofrecido y explicó que le une desde hace años una estrecha amistad con De la Espada quien a lo largo del tiempo le ha comentado una serie de anécdotas “divertidas, otras no tanto pero siempre sorprendentes. Me pareció que eran relatos cortos que me apasionan y deben ser leídos por todos”. Por ello, el proceso creativo ha tenido una parte divertida y otra más amarga por tratarse de historias muy duras en algunos casos. En definitiva, consideró que su papel ha sido simplemente el de actuar como “lápiz” a la hora de plasmar sobre el papel los relatos que le transmitía su amiga.
De Espada indicó que trabajar con mayores es hacerlo con “un material muy sensible. Son una fuente inagotable de memoria histórica, humor negro exquisito, ternura, sabiduría popular, filosofía… en definitiva cuando se unen todos estos conceptos en el espacio y tiempo suceden cosas y anécdotas”. El contenido del cómic precisamente es una recopilación de algunas de estas experiencias vividas en primera persona. Citó una frase de la periodista Maruja Torres en la que decía que “hace falta mayor valentía para ir a la vejez que a la guerra, porque a la guerra tienes la esperanza de volver”.
Su experiencia es que cuando la muerte no es debida a un accidente, “nos va mermando poco a poco y se va llevando nuestras habilidades y capacidades y ya que es tan ruín hay que intentar que no anulemos las ilusiones de los mayores, les quitemos las ganas y derechos, sino todo lo contrario. Debemos darles una vida digna y ese es el objetivo de los que trabajamos con ellos”. Las historias del cómic son reales y su intención ha sido demostrar lo que los ancianos “pueden aportarnos con su experiencia. No es sólo memoria histórica, la idea es explicar quiénes son ahora y lo que hacen cada día”.