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“Eliza”, la Canarias ‘victoriana’ de Myriam Ybot

La periodista e historiadora debuta como novelista con esta exquisita obra enmarcada en la literatura de viajes que traslada al lector hasta las islas de principios del siglo XX

 

  • Lancelot Digital
  • Aida Etxeberria  
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    -Toda una vida dedicada al periodismo ¿Por qué te has decidido a escribir un libro?

    -El periodismo es tanto una función social como un género literario y la escritura es su herramienta principal, incluso cuando se hace radio o televisión. Por tal motivo, es relativamente sencillo recorrer el camino entre la información y la ficción. Lo más complejo en nuestro oficio, precarizado y todoterreno las más de las veces, es disponer del tiempo y la serenidad que exige acometer la redacción de una obra de más envergadura que las entrevistas o los reportajes habituales. En mi caso, unos meses en el paro encadenados a la parálisis general durante la pandemia me procuraron sosiego, horas sin responsabilidades laborales y la posibilidad de concentrarme en la tarea. Luego vino el contacto con la editorial Itineraria, dedicada a la literatura de viajes, que había arrancado su travesía en Lanzarote pocos meses antes de que yo comenzara la mía con Eliza y que recibió el manuscrito con entusiasmo. Sin duda, se alinearon los planetas.

     

    -¿Quién es Eliza? ¿Cómo la has imaginado?

    -Eliza es una joven inglesa, instruida, de clase acomodada y con muchas inquietudes y curiosidad que es incapaz de satisfacer en el tiempo en el que le ha tocado vivir, a principios del siglo XX, por las limitaciones sociales y de clase. Es ella y es casi cualquier mujer inserta en cualquier tiempo, porque desgraciadamente y a pesar de los indudables avances en igualdad, muchísimas mujeres a lo largo de la historia y todavía hoy, ven obstaculizados sus intentos de ser y vivir como desean. Cuando pensé en una protagonista femenina que viajara a Canarias con la intención de escribir un libro, al modo de Olivia Stone, Elizabeth Murray o Margaret D’Este, la quise inconformista, valerosa, reivindicativa y tozuda, para que el argumento y su final fueran posibles.

     

    -¿Hay algo en ella de ti?

    -Hay quien me ha dicho que ya solo me imagina con sombrerito de pluma; y un amigo me comentó que le gustaría ser ella. Imagino que hay parte de mí en Eliza porque es mi personaje; y también hay otra parte de deseo de ser como ella, tan independiente, curiosa y atrevida.

     

    -Te has decidido por la literatura de viajes en esta primera ocasión, Eliza es una joven londinense, que se lía la manta a la cabeza y sale a descubrir el mundo. ¿Qué le aporta al libro el género? ¿Qué es lo que tú querías transmitir de Canarias?

    -El viaje es la excusa para trasladar una mirada desde el pasado y desde una cultura y un lugar muy ajenos a los de la protagonista, para provocar tanto su sorpresa como la del público lector, que descubrirá personajes y realidades poco conocidas sobre Canarias. La novela histórica, que elude el contraste, permite tomarse licencias literarias y romantizar los hechos, me ofreció el cauce perfecto para volcar mi afecto infinito por las islas, y de manera especial por Lanzarote, primera motivación de la escritura.

     

    -En la novela conviven los personajes históricos y de ficción. ¿Buscaste esa dualidad?

    -No fue algo que estuviera calculado antes de empezar a escribir, pero sucedió que los personajes históricos fueron apareciendo, tocando a mi puerta, reclamando su lugar en el relato. Si investigaba sobre las tertulias y reuniones de mujeres en los salones londinenses, me encontraba con una aristócrata mecenas con nombre propio que en esa década gustaba de reunir a artistas y escritores; si trataba de averiguar cuándo se levantaron los primeros hoteles para europeos en Tenerife, surgía un romance vinculado a un establecimiento… A la postre, esa convivencia de lo real y lo ficticio le da verosimilitud a la trama. Me han llegado a preguntar si Eliza existió, si su diario se conserva y los fragmentos que abren cada capítulo son extractos del original.

     

    -¿Sigue estando vigente la literatura de viajes en la actualidad?

    -La literatura es en sí misma un periplo de la imaginación, y descubrir el mundo y sus misterios, un motor de aprendizaje y progreso para el ser humano. Así que, de manera transversal, el viaje habita todas las páginas posibles, desde la novela histórica al género científico, las crónicas periodísticas de lo que acontece en otras latitudes, los crímenes que suceden y se resuelven en contextos urbanos distintos y distantes, la ciencia ficción y sus universos paralelos… no es fácil separar lo literario de los territorios donde transcurre la vida.

     

    -¿Cómo crees que hubiera cambiado la mirada del recién llegado a Canarias si el protagonista hubiera sido un hombre? ¿Aporta la sensibilidad femenina una mirada distinta?

    -No sé si se trata de sensibilidad femenina o de una mirada agudizada para lo doméstico, o de cierta capacidad particular para fijarnos en los detalles, o incluso del cometido último de la recogida de información, pero del análisis de los libros de aquellas pioneras de los viajes transatlánticos se deduce fácilmente el interés por lo antropológico y lo cultural, con datos minuciosos sobre la gastronomía, los atuendos, la educación de los menores, los cortejos amorosos, la distribución de las viviendas, las leyendas y tradiciones… Es lógico, si pensamos que la investigación científica les estaba vetada, que las mujeres se centraran en otras cuestiones, aparentemente nimias, que hoy se revelan de gran trascendencia.

     

    -¿Qué pensaría Eliza si viera ahora las islas? ¿Le gustaría lo que ve?

    -Creo que si le tuviera que recomendar un viaje transformador y de impacto en estos tiempos, la dirigiría a El Hierro.

     

    -¿Cómo te has documentado para describir la época de la que hablas?

    -Aparte de mi bagaje como historiadora, de toda una vida de lecturas y de mi afición por la novela victoriana, he consultado y leído mucho a partir del ensayo “La conexión británica con Lanzarote y Canarias”, de Larry Yaskiel, que me puso sobre la pista de otras escritoras viajeras, aparte de Olivia Stone. He encontrado recopilaciones de fragmentos de sus libros y biografías, he accedido a originales en los fondos digitales de bibliotecas remotas, incluso a relatos sobre contemporáneas que se dirigieron a Oriente, fascinadas por las Mil y una noches… Quién no recuerda a la escritora danesa Karen Blixen, autora y protagonista de las míticas Memorias de África. No importaba el origen ni el destino, con medios económicos y sin cargas familiares, aquellas chicas malas iban a todas partes. Y con respecto a las vidas de las gentes de Canarias en aquellos albores del siglo XX, basta con escuchar hoy a las personas mayores de las islas para asomarse a una cotidianeidad que se mantuvo invariable hasta hace no tanto.

     

    -La acogida ha sido buenísima. ¿Te imaginabas sacar una segunda edición tan rápido?

    -No imaginaba que sería capaz de terminar una novela que me resultara satisfactoria ni que encontraría una editorial como Itineraria, tan próxima, tan alentadora, tan cuidadosa y tan volcada. Tampoco me creé expectativas, más allá del estímulo y el aprecio de quienes me quieren… Así que las críticas favorables, los comentarios halagadores, incluso de personas que no conozco, y en general la buena acogida me mantienen en una nubecita. Me gusta pensar que hay lectores y lectoras que se han enamorado de las islas, de su geografía y de su gente maravillosa, a través de Eliza.

     

    -¿Estás pensando en preparar otra novela?

    -Ahora mismo estoy inmersa en otro proyecto editorial, muy diferente, pero que también me ha gratificado enormemente, del que habrá noticias pronto. Y sí, quisiera volver a la ficción, en algún momento no lejano.

     

    -¿Dónde podemos conseguir Eliza?

    -Como cualquier otro título, en la librería del barrio. Si no quedan ejemplares, te lo encargan y lo tienen disponible en unos pocos días sin sobrecoste. Siempre está la opción de pedirlo por Internet, pero yo prefiero mil veces la primera.

     

     

     

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