El Vivero musical o cómo transformar un viejo depósito de agua en el nuevo hogar de las bandas de la isla
Jacobo Cáceres, director del proyecto, cuenta cómo piensa transformar este espacio situado en Argana Alta, para que donde antes había agua en un futuro suene música
Lancelot Digital
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Donde antes había agua, en un futuro sonará música. El antiguo depósito de Argana Alta quiere transformarse en dos años en un vivero musical. Esta es la idea que llevaba rondándole tiempo en la cabeza al joven Jacobo Cáceres, componente del grupo Ciempiés ni Cabeza, y director de este proyecto. En lo que muchos espectadores pueden ver sólo un depósito vacío y abandonado, Jacobo ve mucho más.
“Habría un pasillo que llevaría a los locales de ensayo. El local más grande sería una sala polivalente, que será un espacio destinado tanto a murgas, como parrandas y grupos de baile, ya que puede tener un aforo de 25 ó 30 personas. Lindando con ese habrá otros locales de formato más reducido, de banda, de orquesta, de rock, y en el centro vamos a poner una cabina de grabación”, explica.
Para este proyecto, Cáceres ha conseguido la complicidad del Cabildo y del Consorcio, que han puesto sobre la mesa 300.000 euros para que comience a tomar forma.
“La idea principales es habilitar un espacio compartido para todos los músicos y que podamos tener la posibilidad de acceder a un recinto público económico, donde poder encontrar distintos locales de ensayo e impartir algunas clases, que haya posibilidad de grabar, de actuar, un escenario compartido, donde todos puedan opinar sobre el modelo de gestión mediante una unidad colectiva ya sea un club, una federación o una asociación. Eso habrá que estudiarlo poco a poco”, precisa el director del proyecto.
Lanzarote es una isla en la que proliferan los grupos de música de todos los estilos, que podrán tener su hueco en este vivero. “La idea es que salgan seis locales de ensayo. Se ensaya normalmente por la tarde, en horario de 16 a 22 horas, e igual podrían salir tres turnos y que ensayaran 18 grupos al día. Si ensayan un par de días a la semana, igual podría haber entre 50 ó 60 bandas, que ya sería un buen movimiento. Como dije antes hay una cabina de grabación y ahí podrían editarse algunos trabajos, hacer ensayos, arreglos, y la posibilidad de hacer un programa de radio”, señala Jacobo Cáceres.
Pero no sólo de artistas se nutrirá este proyecto, sino también de todos los amantes de la música. “Tiene 625 metros cuadrados, por lo que sale una sala de conciertos con un aforo de unas 400 personas o 220s entadas. Teniendo ese escenario podemos animar a las bandas a hacer sus eventos, presentaciones, conciertos con grupos de fuera u hasta las mismas productoras si quieren hacer un evento más profesional que puedan contar con él. Y hacer eventos benéficos con asociaciones u ONG's también sería muy interesante”, apunta Cáceres.
El vivero estará ubicado en una zona en la que no causará molestias acústicas y acogerá además charlas, talleres o terapias musicales. La idea está bien estructurada, pero ahora hace falta implicación institucional, inversión, tiempo y que las bandas se armen de paciencia.