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Y llegará la sangre al río…

 

 

Mar Arias Couce

 

 

 

Ya no nos quedan récords que superar en Canarias. El número de menores inmigrantes llegados en lo que va de año supera todas las cifras anteriores. De la misma manera que el pasado año superamos las del año anterior. Es un río que no cesa, y las previsiones auguran un futuro poco esperanzador al respecto. Se espera la llegada de miles de menores más en los próximos meses.

 

En las islas se resiste como se puede. Mal. Se trata de atender a estos menores de la mejor manera posible dentro de las posibilidades que comienzan a ser escasas. Los llamamientos al Estado y a otras comunidades autónomas han tenido un desalentador resultado. Cataluña se niega, a Madrid no le hace demasiada gracia y la gran mayoría de las comunidades autónomas se pone de lado. Ojos que no ven, corazón que no siente. ¿Y Europa? Europa tampoco dice nada. Mientras Canarias apechugue con lo que viene, ¿qué problema hay? Para ellos ninguno, claro.

 

Prohíbe la Fiscalía instalar carpas en los muelles canarios, pero no permite usar los cuarteles ni ninguna instalación militar en desuso. Critica el PSOE en Canarias cómo lo están haciendo CC y PP, pero no dan opciones para resolver el problema. Si se cambiaran los papeles, los otros los hubieran criticado a ellos, eso también lo sabemos. Así es la política. Las críticas son sencillas, las políticas resolutivas complejas.

 

La pelota se hincha, y no deja de crecer. A nivel nacional, comienzan a enterarse a estas alturas del cuento que aquí ya no podemos más. La sociedad está crispada. Los políticos sobrepasados. Dice el PP que saquemos los barcos y a la Armada para evitar esta avalancha. La izquierda se lleva las manos a la cabeza, los llama fachas. Los de Vox señalan que ya lo dijeron ellos antes… a ver lo que tarda el PP en rectificar para que no los vinculen a los de Abascal. El PSOE critica, pero no resuelve. Y, entre tanto, no se hace nada. Nada de nada. Llegan más menores, y se reparten entre las islas. Los catalanes vuelven a decir que ni de broma. Algunas comunidades están tan alejadas del tema que ni siquiera ven el problema. Y los niños siguen llegando, ajenos a todo lo que pasa. Ajenos a que Europa los ignore. 

 

El cántaro está yendo tanto a la fuente, que se acabará rompiendo, y cuando las cosas se rompen tienen mal arreglo.

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