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Va a petar

Francisco Pomares

 

Mientras la región y el país se entretienen con los aspectos más frívolos y pueriles de esta post/precampaña, y el presidente Sánchez inicia sus felices vacaciones de verano, La Gomera sigue sin dar luz a todos sus vecinos que además empiezan a estar sin agua. Al menos Curbelo ha dicho la verdad: los grupos que se achicharraron la madrugada del domingo tenían ya más de 35 años, llevaban en funcionamiento una década más de lo que marcan sus especificaciones técnicas para ser cambiados por otros. Es un escándalo que algo así pueda ocurrir en nuestros días, pero no sólo ocurre, sino que va a seguir ocurriendo. Nadie ha salido a decirlo, pero lo cierto es que la situación de La Gomera no era hasta el cero del domingo más preocupante que la de Tnerife, Gran Canaria, o el sistema de Lanzarote y Fuerteventura, los tres sistemas más cerca de una situación de colapso.

 

Lo más sorprendente es que ante una situación como esta, nadie quiera arrojar luz sobre los acontecimientos. Después de una decena de ceros insulares en la última década, el apagón de La Gomera no es –con mucho- el único apagón que hoy ensombrece el futuro inmediato de las islas. Llamativo es el silencio cuando no el oscurantismo que parece haberse instalado en todas las partes que tienen algo que ver con este asunto. Nadie abre el pico para decir nada. Endesa, responsable directa de los equipos incendiados en la central de El Palmar, elige el silencio. Red Eléctrica Española, operadora del transporte, conoce perfectamente la situación de los sistemas eléctricos de Canarias, ha advertido de esa situación en sendas cartas al ministerio y al Gobierno de Canarias, pero no ha tenido los arrestos de decir públicamente que vamos camino de un desastre si no se ponen en marcha procedimientos extraordinarios que permitan sortear los mecanismos de bloqueo que –por la vía de retirar a los operadores los beneficios retributivos que pagan todos los españoles- operan en la ley, y que impiden la renovación de equipos obsoletos. Casimiro ha dicho que se instará al Estado a modificar la Ley 17/2013, cuyo objetivo era garantizar el suministro e incrementar la competencia en los sistemas eléctricos insulares y extrapeninsulares, y lo que provocó fue bloquear cualquier renovación de material obsoleto. Casimiro cree que el Gobierno nacional responderá, pero es difícil que ocurra si los Cabildos o el Gobierno de Canarias siguen cruzados de brazos: con Valbuena en la consejería se remitieron al menos cuatro cartas al ministerio de Teresa Ribera, pidiendo agua por señas. Las tres primeras a partir de finales de 2021, firmadas por la directora general Rosa Ana Melián, recordando el gravísimo problema de generación de potencia de los sistemas, primero de manera técnica y finalmente de forma angustiosa. Y una epístola final a la ministra del propio Valbuena -ya en funciones, un mes después de las elecciones-, pidiendo que el Gobierno de la nación intervenga. Ninguna de esas cartas ha sido siquiera contestada. Canarias sigue siendo para el Gobierno de la nación un grano en el culo del mundo.

 

El Gobierno florar no tuvo el valor de salir a los medios y decir que el sistema se acerca a una situación que puede ser irreversible, que es necesario modificar la ley actual para que Endesa intervenga y renueve los equipos, porque si algo está ya claro después de tantos años desde que el PP aprobó la ley en el Congreso, es que aquí no va a venir nadie a competir con Endesa. Las multinacionales no ven negocio en atender un mercado tan pequeño, tan complejo y tan colonizado por una sola compañía.  

 

Quedaba la posibilidad de que Red Eléctrica hiciera o dijera algo. No hizo nada, pero sí dijo, como todos, en enero de este mismo año, remitiendo sendas misivas, una al ministerio y otra al Gobierno regional, recordando que si en 2024 no se aumenta la capacidad de generación en 120 megavatios en Gran Canaria, 80 en Tenerife y 30 en el sistema de Lanzarote y Fuerteventura, esto no se sostiene.

 

Al final, el único que ha dicho lo que hay es el patrón de La Gomera. Pero es la suya una voz sin fuerza suficiente para despertar la conciencia dormida de una sociedad que no es consciente de que la situación es grave. Lo de La Gomera es sólo un anticipo: más de la mitad de los sistemas de generación en Tenerife y Gran Canaria están ya sobrepasados en su vida útil, de hecho, se han tenido que anular algunos en Caletillas y Granadilla, para evitar que peten. Y pasa el tiempo y no se hace nada, excepto mandarse cartas sin respuesta unos a otros.

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