Sangre, sudor y avales
Francisco Pomares
Pedro Sánchez vino por las islas a presentar los candidatos del PSOE en 28 de mayo, y dijo sus frases. Hubo un tiempo en el que la política movilizaba multitudes y llenaba estadios y plazas de toros. Hoy coges las fotos del público congregado ayer en la explanada interior del TEA, y lo que ves son filas y filas de afiliados y cargos públicos y orgánicos del PSOE traídos de todos los pueblos de la isla, según el eslogan de consumo interno, para “defender lo que piensan”. Pero algo ha cambiado: hace algunos años el público estaba delante y los cargos del partido detrás. La moda ahora es hacer todo para que quede bien en la tele: ahora los afiliados y cargos públicos están delante, son el público asistente, y detrás están las caras más jóvenes, como un tapiz de alegre y juvenil militancia comprometida. Dispuesta a aplaudir con ensalmo y agradecimiento cualquier ocurrencia.
Pedro Sánchez hizo lo que viene haciendo desde hace días por todos los mítines que va dando, que ahora consisten en presentar a los candidatos –como si el público asistente no los conociera ya bien- y prometer más viviendas. En Tenerife parece que tocarán 300, y se harán en terrenos cedidos por el Ministerio de Defensa al de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, y se construirán en Ofra (el barrio de la candidata socialista a la alcaldía chicharrera) y en Vistabella y La Cuesta, en La Laguna, una de las plazas tinerfeñas importantes donde el PSOE lo tiene mejor.
Pero el momento álgido del acto fue cuando anunció otra nueva medida estrella en materia de vivienda. Lleva ya tantas que al final van a tener el Gobierno que comprar el suelo en Portugal para que quepan todas. Ayer lo que ofreció fue avalar directamente el 20 por ciento de hipoteca que no cubren los bancos a los jóvenes menores de 35 años y con hasta 37.800 euros de renta anual, o a las familias con menores a su cargo, para que puedan sortear la negativa de los bancos a prestar el cien por cien del valor de la compra.
En el PSOE están bien entrenados para el aplauso, y no se les escapa ni una: cada cambio de tono o inflexión del presidente es saludado al unísono por una salva de aplausos que se mueve como una ola creciente desde las filas delanteras hasta rebotar en los ventanales de la biblioteca del TEA y volver a resonar por todo el edificio. Pero el anuncio del 20 por ciento, por lo que fuera, les cogió un poco despistados. Y tuvo que ser un solitario y valiente espontáneo quien rompiera el silencio para ser acto seguido replicado por todos y cada uno de los asistentes, finalmente puestos en pie.
Y es que Sánchez tiene mimbres de héroe, y la voz cantarina y convincente de un experto vendedor de crecepelo o mercancia de rastro, que agradece los aplausos y se crece y acomoda a ellos. Cuando la gente del PSOE se puso en pie, aplaudiendo el homérico esfuerzo del Gobierno, se emocionó tanto el hombre que se le quebró un poco la voz. Había puesto mucho énfasis en su propuesta de avalar el 20 por ciento, y se sentía probablemente conmovido por la lealtad de los suyos.
Estas elecciones son para Sánchez un trámite, y él lo sabe: un retroceso, la perdida de capitales de provincia importantes o de alguna comunidad autónoma, marcará sin duda los meses venideros, quizá frustrando el previsto bautizo y lanzamiento continental de su figura como líder europeo. Ya ha anunciado que su prioridad va a ser Ucrania, porque no hay nada que guste tanto a un presidente de Gobierno como jugar a los soldaditos. En el corazón de todo Blair anida un Churchill, y en el de Sánchez –un híbrido entre Blair y un consejero de CajaMadrid- la guerra ha de ser, si no el escenario, al menos sí el objetivo de sus próximos intereses y discursos. Sánchez tiene alma de César, y le escucharemos tan pronto como presida la Comisión, con discursos guerreros y proclamas sobre el valor del sacrificio por la defensa común de Europa. No lo duden.
Hasta entonces, lo que toca es avalar con dinero del ICO –una suerte de banco público, para que ustedes me entiendan- ese veinte por ciento de hipoteca que los bancos no cubren. No sé por qué le aplaudieron tanto y todos en pie: avalar no es hacerse cargo, ni pagar, ni siquiera adelantar un dinero guardado en una caja. Avalar es poner en circulación un dinero que no existe en ningún lado, y que habrá que pagar luego. Avalar es crear dinero. Justo lo que aumenta la inflación.