¿Pero dónde está el PSOE?
Me comentaba ayer un dirigente del PSOE grancanario que esta del 23-J es la campaña más rara que ha visto en toda su vida. Y no porque la campaña huela a derrota. No es la primera vez que el PSOE hace una campaña a la contra, e incluso algunas derrotas han sido afortunadas, como la de 1996, las elecciones más reñidas de la historia del PSOE en democracia. Las ganó Aznar, que obtuvo 156 escaños frente a 141 socialistas. Los sondeos, los pronósticos y los medios habían insistido tanto –como en estos días- en la aplastante derrota que iba a sufrir Felipe, que Alfonso Guerra sentencio el resultado con una de sus frases más recordadas: “Nunca una derrota fue tan dulce, ni una victoria tan amarga”.
Sondeos, medios de comunicación –incluso los afectos, desde hace ya un par de días- y los propios dirigentes del PSOE asumen ya que la situación es de extrema dificultad y que el PSOE no podrá montar una mayoría alternativa a la de la derecha. Pero tampoco es eso lo que hace de esta campaña una campaña extraña. Lo que la hace extraña, es que el PSOE no está por ningún lado. No es que los cuadros y afiliados estén desmovilizados, que también, no es que la gente del partido esté agotada después del esfuerzo brutal de las elecciones locales y regionales, que también. Es que el PSOE no está en la campaña, ni se le espera. Nadie se ha molestado en convocar al partido. Las elecciones las afronta exclusivamente el presidente del Gobierno y sus ministros. El programa económico que el PSOE presenta no ha sido elaborado por los expertos económicos del partido, sino encargado por Pedro Sánchez a un grupo de técnicos comerciales del Estado, que le ha confeccionado a base de recortes un documento pret-a-porter que podría igual haber servido como tesis de doctorado que como guía para los próximos cuatro años de gobierno, si llegaran a darse. Jamás había pasado algo así en el partido, jamás el Gobierno le ha escrito el programa al partido. Pero es que este partido de Sánchez se parece ya muy poco al PSOE: es un partido en el que las listas de candidatos no las elaboran las federaciones regionales o los partidos federados, Sánchez ha colocado en las listas a quien ha querido, sin molestarse en cumplir con el reglamento. Al final, las listas a todos los ministros, a los presidentes regionales derrotados. Con la excepción de Torres, que recibió el ofrecimiento según él mismo ha comentado, pero decidió quedarse en Canarias, no sé yo si para purgar errores o esperando que una revuelta de ciudadanos indignados porque no sea presidente lo lleve al poder de nuevo. Con esos mimbres, y con los sanchistas de toda la vida o los nuevos, Sánchez ha hecho unas listas que no tienen que ver ni con el PSOE ni con la forma de hacer listas del PSOE. Son las listas de Sánchez, el programa de Sánchez (el que Sánchez ha encargado a sus negros), las estrategias de campaña de Sánchez (y sus cabezas de huevo de Moncloa contratados a dedo con salarios públicos estratosféricos), las comparecencias de Sánchez en los programas de entretenimiento y en los de la derecha mediatica, es el debate de Sánchez, al estilo que Sánchez quiso, y las explicaciones de Sánchez, coreadas por su red de propagandistas sobre como picó cándidamente en la trampa que le montaron arteramente Atresmedia y Feijoo. Y los sondeos falseados del CIS de Sánchez, y la soberbia de Sánchez y los micromítines para la televisión de Sánchez que ofrecen sus ministros en comandita. En Canarias, uno de la alcaldesa Darias (que no se presenta) y Héctor Gómez el breve. Y la candidata por Las Palmas, Dolores Corujo derrotada como presidenta del Cabildo de Lanzarote, que encabeza la candidatura por la provincia, por ser sanchista vieja. Y el cartel, ese cartel de campaña que es todo un lapsus freudiano, Sánchez en primer plano, al lado de una turbamulta inidentificable y borrosa de supuestas seguidoras, sonriendo narcisamente a su móvil, porque se está haciendo un selfi...
Pero… ¿Dónde está el PSOE? ¿Dónde están sus decenas de miles de esforzados afiliados? ¿Dónde están las mujeres y hombres que convirtieron al Partido Socialista en la mayor maquinaria política de la democracia española? No están en esta campaña.
Y de eso me hablaba mi amigo grancanario: nadie les ha convocado. Sánchez les llamó hace siete años para que construyeran el PSOE del Siglo XXI, para que iniciaran la transformación del viejo partido de Felipe y Guerra en la nueva izquierda española. Y luego se quedó con las llaves y construyó su poder omnímodo, cesarista. Acabará como suele, con el Cesar apuñalado por sorpresa por los más cercanos.