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Las fiestas de pueblo

Sara González

 

 

Menos mal que ya terminó todo, ya pasó la hoguera de San Juan, llegó el verano y se puede descansar un poco. Ya estoy preparando el bolso con la toalla, el bikini, el protector solar y las cholas; así puedo ir a la playa cuando salga de trabajar. -Que, ¿te lo creíste? Déjame decirte que personalmente no se si estoy más cansada u ocupa en verano, o durante el resto del año.

 

Es cierto que en verano, la mayoría de las cosas paran debido al propio periodo estival. No obstante, hay otras que resurgen en verano con una fuerza suprema. Parece que ya empiezo a sentir los cuchicheos de los pueblos, -en Arrecife, me imagino que la cosa irá por barrios, pero, en definitiva, es lo mismo-, uno gritando: “qué, ¿mañana también bajas un rato?, otro diciendo: “Uy, pero que horas son. Yo ya me voy que mañana trabajo temprano. Esto no puede ser”, el olor a sardina que salen de los asaderos en los que te reencuentras con uno, con otro y por qué no, con ese que hace tanto que no ves que ni le reconoces. Y como estos, otros negativos se empiezan a proyectar como si fuese un tráiler con demasiados spoilers.

 

Porque, para ser sincera, año tras año, y semana tras semana, entre fiesta y fiesta, por supuesto, hay un denominador común: repito lo mismo, sin aprender la lección.

 

En verano todos los días están marcados en rojo por las fiestas, como en el calendario. Sobre todo, las del pueblo de uno. Que hay un concurso de postres, pues allí vamos, aunque no sea a participar. Que hay juegos de cartas: envite, chichón, truco, cinquillo, el que sea. Si no sé jugar no pasa nada, bajo y me pongo a mirar la partida, a lo mejor aprendo así para la próxima.

 

-¿En dos días es la bola? -Hoy no iba a bajar, pero tendré que hacerlo para ver con quien me apunto.

 

Es evidente que esta es una excusa, pues siempre todos dejan las cosas hasta el último momento. Así que sí, puedo no bajar un día y no pasaría nada, pero igual, bajaré. Esa es la esencia del verano, y por ende de las fiestas de los pueblos.

 

Y así es como pasan los días, las semanas, al mismo tiempo que paso a convertirme en una nómada estival, pero de las fiestas de cada pueblo. Y con esta acelerada sucesión de eventos festivos, volverá septiembre y volveré a pensar que ahora sí que sí, es tiempo de descansar.

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