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Este verano, Lanzarote

 

Mar Arias Couce

 

 

 

Lo bueno comienza cuando el último sábado de marzo cambian la hora. En ese punto, la noche comienza a llegar más tarde y yo ya veo venir de lejos al verano. Pasada la noche de San Juan, cuando nos remojamos de madrugada y quemamos todo lo malo, Lanzarote ya es todo luz y las ganas de tirarse a la calle en todo momento, pasan a ser irrefrenables. Las playas y las terrazas se llenan de gente, la ropa se vuelve colorida y la gente, más guapa. No es broma, en verano, todo el mundo es más guapo.

 

 

No lo puedo negar, esta es la época del año que más me gusta, pero es que, encima tenemos la suerte de vivir en Lanzarote. Si estuviéramos en Madrid, rodeados de coches, a 40 grados como poco, y con el asfalto derritiendo las suelas, puede que no dijera lo mismo, pero aquí… Somos unos privilegiados, aunque la mayor parte del tiempo no nos damos cuenta.

 

Desde junio hasta noviembre, Lanzarote es el paraíso. El resto del año, puede que también, pero para mí, en estos meses, un poco más. Vivimos un lugar con rincones poco concurridos, para cuando hacen falta, y otros llenos de gente y de vida. Playas pequeñas tranquilas o interminables y populosas y otras ventosas, más aptas para la práctica de deportes marinos. Las más, plagadas de estudiantes de vacaciones que tienen la fortuna de disfrutar de la diversión más barata de todas cuando vives aquí: la playa, la arena y los pocos años que te dan fuerza para comerte el mundo (antes de que él te coma). Paseos inacabables por las numerosas orillas que tenemos la fortuna de tener, con los pies a remojo, las cholas en la mano y las sensaciones a flor de piel. Tenemos fondos submarinos que ofrecen otra perspectiva, un Charco de San Ginés que se llena aún de más vida que el resto del año…

 

Pasear por Lanzarote cuando anochece en verano, te permite intuir las reuniones de amigos tras los muros, los asaderos, las cervezas, los momentos de total relax y disfrute.

 

Con el rumor de fondo de las elecciones que nos lleva acompañando todo 2023, con o sin campaña iniciada, aliviamos nuestros cansados oídos (la murga es inacabable, y Tezanos con la cuenta de la vieja que se compone a su antojo, tampoco ayuda) sumergiéndolos bajo el agua. Allí no se oye nada, no hay ‘turra’ electoral.

 

A veces, hay que pararse un momento y pensar en todo lo que tenemos. Pese a la inflación que nos maltrata, a los desastres socioeconómicos, a los pirómanos que se han empeñado en convertir la isla en una falla valenciana constante, a las averías permanentes de nuestras maltrechas y obsoletas tuberías y a los problemas propios de toda sociedad… pese a todo lo que nos trae de cabeza, llegado un punto, te pones un bañador, te tiras al agua, te tomas una cerveza con los amigos y, por un momento, y por poco más de un par de euros, te has trasladado al paraíso.

 

Eso, amigos, qué quieren que les diga, aunque se nos suele olvidar, es para decir bien alto, ¡Qué suerte vivir aquí!

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