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Estadísticamente más pobres

Francisco Pomares

 

 

La noticia es que a partir de diciembre los canarios seremos mucho más pobres de lo que ahora somos, porque el PIB canario será revisado después de años de denuncias sobre un error obvio en su formulación. El cálculo que realiza Hacienda contempla una imposición indirecta del 21 por ciento -el IVA- cuando en realidad la nuestra es del 7 por ciento -el IGIC-. Ese error reiterado durante todo este siglo, ha colocado los indicadores económicos de Canarias muy por encima de lo que realmente debieran indicar. Lo primero que habría que plantear es que resulta asombroso que se haya tardado 25 años en decidir reparar un error reiteradamente denunciado en artículos académicos y en los medios.

 

Es alucinante la soberbia a la que puede llegar una administración que se niega a revisar un error flagrante, y el cinismo de seguir presentando los datos económicos de Canarias en base a un PIB artificialmente hinchado. Pero este es el país en el que vivimos y la Administración que tenemos. Cuando por fin acerquen el PIB oficial y publicado al PIB real, no esperen ustedes ninguna excusa oficial por un error que se propaga en cascada por muchas de nuestras estadísticas. Si el PIB regional es mayor de lo que realmente es, eso contagia el PIB per cápita local y lo convierte en un dato también inflado. No es que el PIB per cápita sea un elemento determinante o muy fiable para el diagnóstico de la riqueza por ciudadano, es una mera estadística, pero si se reducen los casi 50.000 millones del PIB isleño, manteniéndose el número de habitantes de las islas, es obvio que se producirá una disminución de la media de riqueza.

 

Podría decirse que Canarias se enfrenta para el próximo año en un aumento estadístico de su pobreza, pero que al ser solo estadística, eso no resultará problemático ni producirá efectos sobre la economía real. Y eso es cierto, al menos en parte.

 

El verdadero problema del PIB canario es en realidad otro: en 2022 el Gobierno del pacto de las flores se congratuló por el aumento realmente espectacular del PIB, que superó el 14 por ciento, colocando a Canarias como la región cuya economía había crecido más ese año. Quienes nos gobernaban tiraron las campanas al vuelo, engañando inmisericordemente a todo el mundo. Porque ese crecimiento no suponía una mejora de las condiciones económicas previas a la pandemia. Más bien suponía un ajuste de las enormes pérdidas que el parón turístico del Covid había provocado en la economía de las islas. El incremento de 2022 apenas compensó la caída de 2021. Pero permitió a nuestros mandamases presumir mucho de la extraordinaria recuperación económica experimentada en el Archipiélago. Y mientras se entretenían con la milonga de esa recuperación tan genial, Canarias seguía viendo retroceder su diferencial económico con el resto de España, algo que viene ocurriendo desde hace más de una década.

 

La renta por habitante en España supera en estos momentos los 28.000 euros, mientras la de canarias, antes del ajuste que habrá de realizarse el próximo año, se sitúa en los 21.300. Porcentualmente, pocas décimas más que las tres cuartas partes del PIB per cápita español. Se trata del valor más bajo desde que existen datos regionalizados del PIB, que comenzaron a publicarse en el año 2000. Canarias empata con Andalucía y la ciudad autónoma de Melilla en ser el territorio más pobre de todo el estado. El sueño de convergencia económica de las islas no solo ha saltado por los aires mientras aquí celebrábamos falsos triunfos, es que aún podemos perder entre un cuatro y un cinco por ciento cuando se produzca el ajuste estadístico. Si el Gobierno opta por un ajuste más intenso, Canarias podría tener una renta per cápita del 70 por ciento de la media estatal. La más baja de toda España. Y eso en una región donde la desigualdad en la distribución de la riqueza es patente. Una región que mantiene acumulaciones de renta alta, frente a rentas muy bajas en los sectores con menos poder adquisitivo.

 

Se trata pues, de un cuadro bastante indeseable, que nos coloca donde realmente estamos: somos una región que genera menos riqueza per cápita que el resto de las regiones españolas, que ofrece datos comparativos con el resto muy poco halagüeños, y en la que el reparto interno de la riqueza es realmente injusto. Una región donde aumentan algo los más ricos, pero sobre todo aumentan de una forma desproporcionada los más pobres. Y encima nos van a hacer un ajuste estadístico. Si es que nos tocan todas.

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