El viaje de la muerte
Usoa Ibarra
Hago seguimiento en la prensa de los esfuerzos por localizar el submarino “Titan”, desaparecido con cinco tripulantes a bordo de una expedición para observar el barco hundido del Titanic. El despliegue de medios, tanto públicos como privados, para hallarlos con vida es monumental. Cada uno de los desaparecidos pagó 250.000 euros para embarcarse en esta aventura de alto riesgo.
Con una notoriedad mediática inferior, porque no todos los medios le dan un espacio tan destacado o no todos se hacen eco de la noticia, leo la muerte de un bebé y la desaparición de 35 personas en el naufragio de una embarcación neumática a 162 kilómetros de la costa de Gran Canaria. Estuvieron 12 horas pidiendo auxilio, pero cuando se activó su búsqueda solo encontraron a 24 personas a bordo. Se estima que viajaban 60.
Este contraste de hechos y acontecimientos nos permite visualizar sin matices las diferencias de clases y con ello de trato. Una idea que podía resumirse en: unos pagan para sobrevivir y otros para vivir una aventura. El único denominador común que podríamos resaltar es que en ambos casos el viaje no está al alcance de todos y puede ser mortal.
Otra cosa que me deja patinando y que no acabo de comprender es que no se aborde políticamente (ni siquiera con una nota de condolencias por los fallecimientos que se están registrando, entre ellos, los de varios niños y una mujer embarazada) el goteo de pateras a Lanzarote. Sin haber terminado el mes de junio ya se han contabilizado 20 embarcaciones. ¿Es el silencio la mejor respuesta política que tienen?
Está claro que el escándalo de la gestión de los centros de menores inmigrantes en Canarias puede llevar a enmudecer a más de uno y más cuando se investiga un presunto delito de malversación de fondos, unido a una gestión nefasta de la que el Gobierno regional se lava las manos, porque no se preocupaba ni de fiscalizar el destino de los 95 euros diarios por menor acogido. Si bien es cierto, tras la querella presentada por la Fiscalía Anticorrupción se ha personado como acusación particular.
También se han dado a conocer los envíos “exprés” que se realiza de los migrantes que llegan en patera a Lanzarote. Desde el Cabildo aseguran que se viene aplicando este protocolo de expulsión desde hace tiempo, pero se conoce por los medios de comunicación unas semanas después de que se convocaran las elecciones del 23J tras la derrota del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas. Es decir, se guarda silencio, menos cuando están en juego los votos.
En estos días, la web del Cabildo anuncia el IV Festival de los Pueblos Originarios del Mundo, una iniciativa que busca promover algo tan necesario en una sociedad multirracial como la inclusión y la diversidad cultural. Sin embargo, mientras llegan pateras con muertos a bordo o se tiene que salir al rescate de otras, parece que destacar un acto así, en lugar de colocar las banderas a media asta, simbolizando el dolor y la impotencia que supone recibir cadáveres de la otra orilla, no toca.