El paraguas “provincial” y las islas periféricas
Por Antonio Coll
La propuesta de la nueva formación política “Unidos por Lanzarote” de que la isla sea declarada como “provincia” ha puesto en bandeja una polémica, al menos, para adéntranos a reflexionar si el concepto “provincia” debe seguir prevaleciendo en la comunidad canaria, un territorio fragmentado por islas y que desde la democracia, posee un gobierno autonómico y un parlamento. A la misma vez, cuenta con siete cabildos, similar a un gobierno insular. En esta época de cambios y transformaciones, debatir la existencia de dos provincias en las Islas Canarias y si, verdaderamente, sirve para mejorar la vida de los habitantes de las llamadas islas periféricas, no es baladí. Si hacemos un repaso a la historia, todos los indicadores desembocan en la desigualdad y el descontento que produce la división provincial para los residentes en cinco islas. Es obvio. Desplazarse a las capitales de “provincia”, para cualquier trámite burocrático o de otra índole, significa un desembolso dinerario importante, además del tiempo que ha de emplearse ya que el desplazamiento se ha de hacer en avión o barco. No se puede ir en el vehículo propio, tren o guagua, como puede ocurrir en otras provincias del Reino de España. El simple hecho de seguir estudios universitarios supone para las familias un coste añadido importante que frustra a muchos estudiantes cualificados una formación académica para asegurar su futuro.
Si ya de por si la ultraperificidad de Canarias con la metrópolis tiene muchas desventajas, a las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Palma, La Gomera y El Hierro, hay que multiplicar las dificultades por ser periferia de las capitales de provincia. La propia vicepresidenta del Gobierno del Reino de España, Sáenz de Santamaría ha manifestado que “se reconozca el principio de ultraperificidad de Canarias para que todas las políticas estatales recojan medidas que compensen la lejanía e insularidad de los isleños y que se plasme explícitamente en el Régimen Económico Fiscal (REF)”.
Desde 1994 no se actualiza el citado REF y las demandas canarias no han sido atendidas, incluso el propio Ministro de Hacienda, Montoro,reconoce que “Canarias ha sido una de las comunidades autónomas más castigadas en los últimos años”. Me parece muy oportuno que en el nuevo REF se incluya incentivos económicos para las cinco islas periféricas, no capitalinas y se plasme definitivamente la doble insularidad que,incomprensiblemente no se contemplaba en el documento.
Por otro lado, si la capitalidad de la Comunidad Autónoma de Canarias, la comparte Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, entiendo y considero una redundancia incongruente que las mismas sean también capitales de provincia.
Un ejemplo clarificador, para resumir mis reflexiones: La Cámara de Comercio, Turismo y Navegación de Lanzarote se conquistó, después de muchos años de reivindicación. La segregación con la Cámara provincial, supuso pasos de gigantes para Lanzarote y a los hechos me remito. La Autoridad Portuaria de Las Palmas lleva muchísimos años sin atender necesidades prioritarias del Puerto de Arrecife. Gracias a las últimas intervenciones del Ministerio de Fomento - Puertos del Estado, se consiguió, la ampliación del Muelle de Los Mármoles con una inversión de 30 millones de euros y, recientemente, la consignación de 23 millones de euros, en los Presupuestos Generales del Estado 2017, pendiente de su aprobación definitiva en el Congreso de los Diputados.
Sea como sea, entiendo que erradicar el concepto de “provincia” es una transformación de profundo calado, porque existen muchos intereses políticos y “lobbys” empresariales que presionarán para evitar un cambio, en la estructura administrativa y política de las islas. Pero en el proceso, hay que mirar la realidad y poseer una perspectiva transformadora y solidaria, no depredadora, para fortalecer el bienestar de todos los habitantes que residen en cinco islas no capitalinas. No es una utopía. Es una apuesta para conseguir que todos los canarios y residentes, se sientan orgullosos de vivir, dignamente, en una región de ultramar y periférica, llamada Canarias.
