El héroe ciudadano del bastón
Por Álex Solar
La noticia del anciano fallecido a consecuencias de un altercado en la vía pública con un joven conductor, ha hecho que la escritora Elvira Lindo (la creadora de Manolito Gafotas) recordara a su padre. Según nos dice en “El abuelo que blandió el bastón”, su progenitor era de los que lo llevaba, más que para andar recto para rectificar comportamientos públicos incívicos. “Con su bastón se sentaba a leer en el banco de su barrio y sin mediar palabra señalaba los pies de los jóvenes que de pronto se sentaban en el respaldo y ponían las zapatillorras en el asiento”. O, “daba un toquecito con el bastón a quien en el autobús no cedía el asiento a una anciana o a una embarazada”. También , como hizo el hombre de 81 años fallecido, recriminaba a los infractores a las señales de tráfico. La actitud decidida y valiente de su progenitor , confiesa, la mantenía en ascuas y temiendo por su integridad física. No es fácil mantener esa actitud de civismo y coraje en el mundo en que vivimos , en particular en un país como el nuestro donde el matonismo campa a sus anchas y la agresividad juvenil llega a cotas insoportables, como se ha visto en los numerosos casos de peleas de chicos y chicas que se cuelgan en la Red.
Soy de los que , como el padre de Lindo, interviene cada vez que ocurren estas cosas y me he visto en situaciones de peligro más de una vez por hacerlo. Y no porque crea que voy a” cambiar el mundo y su deriva hacia la grosería corrigiendo a los desconsiderados”, como dice muy bien la escritora madrileña, sino porque me lo pide el cuerpo, mi viejo amigo que ya flaquea y que a lo mejor debería ser más precavido.
He contado en un comentario al artículo de Mar Arias cómo se las gastan aquí, en Alicante, los chicos gamberros que destruyen mobiliario urbano y a los que he tenido que reprender en un par de ocasiones. Siendo algo más joven lo hice también en Lanzarote, especialmente cuando llevaba mi hija a algunos parques de juegos infantiles de las barriadas de Arrecife, tomadas por elementos sumamente peligrosos, que los escogían como sitio de reunión para negocios delictivos.
La muerte, accidental o dolosa eso ya se verá en un juicio, del señor mayor de Torrejón de Ardoz, ha suscitado los comentarios aislados de siempre. Que si “la etnia”, etcétera. Porque a los de piel oscura solo se les perdona el hecho de tenerla si ganan medallas deportivas o si nos entretienen con su arte musical. Que quede claro que yo no voy por ahí, porque entre otras cosas creo que responsabilizar de ciertas conductas a un colectivo étnico es injusto. A veces la violencia de los mal educados se ceba en los diferentes por su piel o cultura. Es el caso de los numerosos ataques racistas que se registran y que vemos en las noticias.
El hombre que levantó el bastón al conductor imprudente que circulaba a una velocidad inadecuada merecería una estatua o al menos una placa recordatoria en el lugar donde cayó. Necesitamos más gente como él, héroes ciudadanos que señalen a los que quieren convertir las calles en una jungla.