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El dios de los buenos finales

Francisco Pomares

 

A Pedro Sánchez no parece que le basten las entrevistas en sus medios públicos, ni tampoco las que, con cierta precipitación, pero gran éxito de público (que no de critica) ha programado en los circuitos y platós de la derecha mediática. Sánchez estrenó ayer plató propio en la sede de Ferraz entrevistando a uno de sus ministros. Concretamente al que ocupa el ministerio que antes era de la Seguridad Social, y ahora se llama de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones: nuestro apreciado José Luis Escrivá. Sánchez cree que es conveniente vender lo que hará el próximo Gobierno del PSOE (y quien haga falta para sumar), si sale, y pretende hacerlo personalmente, sin intermediación mediática, ni mítines, ni propaganda electoral, directamente mirando a cámara –fijamente-, para pedirles a todos los votantes cuatro años más. En directo, porque los ciudadanos necesitan “tener información para tomar la mejor decisión el 23 de julio”. Y como no la tienen, porque los poderes mediáticos de la derecha les hurtan esa información, pues nos la ofrece él, directamente. Mismamente como un Hugo Chávez o un Nicolás Maduro. O un Arriaga nacional.

 

Hay que agradecerle que no tire de la tele pública y se limite a utilizar un canal digital del PSOE, pero la fórmula provoca un cierto espanto: se sitúa en el centro de esas preocupaciones planteadas por Pablo Iglesias sobre la necesidad de intervenir los medios de comunicación privados (después de haber intervenido los públicos) para evitar su control por la empresa y el dinero, o en la asombrosa interpretación de Sánchez de que hay más tertulianos de derechas que de izquierdas, y eso no es representativo, una curiosa teoría que presentó triunfalmente el otro día en el programa de Carlos Alsina: la libertad de información no es representativa, ozú. 

 

La entrevista agit-pro es digna de ser vista y escuchada, aunque su valor periodístico o informativo es nulo: los dos políticos han coincidido al valorar la exitosa gestión política de estos años y los maravillosos resultados pasados y futuros de la acción del Gobierno. Mucho más el presidente, que demuestra su manejo en asegurar buenos finales, como un Jano bifronte (y entrevistador) que se pregunta y se responde al mismo tiempo. El relato que compone nuestro Jano omnipresente supera lo propagandístico para situarse directamente en lo hagiográfico: si algún indeciso desocupado pica y se conecta a la tele del PSOE (yo les propongo que lo hagan), es probable que se estomague tanto, que rechace el discurso. Por si los no, Sánchez y su ministro han aprovechado para adelantar alguna pildorilla del programa electoral, como esa ampliación a 20 semanas del permiso de maternidad para madres y padres, con algunas condiciones.

 

Con lo de la maternidad, el entrevistador Sánchez ha tenido su mejor momento: ha preguntado al ministro si en el programa electoral del PSOE (Escrivá no es del PSOE, pero debe saber más que Sánchez del programa electoral socialista) se aumentará la duración del permiso. “Sí, hasta las 20 semanas, las últimas a tiempo parcial”, ha replicado el ministro con escasas picardía, para ser acto seguido repreguntado por Sánchez… “Entonces… ¿la propuesta que vamos a llevar en el programa electoral y que pondremos en marcha la próxima legislatura es pasar de 16 semanas de permiso de paternidad y maternidad a las 20 semanas, haciendo que de la semana 17 a la 20 sea con trabajo a tiempo parcial?”. Y el disciplinado Escrivá, asistiendo: “Efectivamente, tanto para la mujer como para el hombre”. [minuto 38:38 de la entrevista]

 

Toda la entrevista ha sido así: “Ya hemos revalorizado las pensiones con el IPC y ahora hay que llenar la hucha de las pensiones ¿no?”, pregunta Sánchez. Y Escrivá: “Eso es. Este año tres mil millones”. Y remata Sánchez: “¿Por primera vez en una década?”, y asiente Escrivá: “Por primera vez en una década”. De Pulitzer, oiga.

 

Para terminar, Sánchez ha pedido al público (había público, pero invitado especialmente, no se trataba de una entrevista abierta al público) un aplauso al ministro Escrivá, quizá por la brillantez de sus espontáneas y memorables respuestas. Y el público presente (ministro incluido) ha aplaudido a rabiar. Por cierto, entre el público invitado, la mandamás de Hacienda, María Jesús Montero y la vicetercera, Teresa Ribera.

 

Les juro que es una de las entrevistas más extrañas que he visto en mi vida. Y es sólo la primera. De aquí a las elecciones Sánchez va a entrevistar a medio Gobierno y algunos más. No se lo pierdan. (Insisto.)

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