¿De verdad era tan fácil?
Francisco Pomares
Después de años de broncas, discusiones con los sindicatos, peleas y conflictos de todo tipo, después de años de jurar en latín que dotar de fijeza a los interinos en una prueba cerrada era inconstitucional, de asegurar que el resto de los ciudadanos que aspiran a una plaza no pueden ser postergados en sus deseos y aspiraciones de formar parte de la Administración, el Gobierno de Canarias ha acabado por cerrar con los sindicatos un acuerdo -al que también se ha sumado la irreductible Intersindical- según el cual, la oposición para que los interinos se conviertan en fijos consistirá en un único ejercicio de tipo test y respuestas no eliminatorias y solo tenidas en cuenta si se contestan bien, con preguntas sacadas de temarios muy reducidos, previamente ajustados a los grupos y categorías que opten por hacer fija su plaza. Además, en esas pruebas no contestar a las preguntas formuladas, o cometer errores al hacerlo, no será tenido en cuenta como elemento para restringir el acceso a la condición de fijo. Y la nota que se consiga en esa prueba, sólo contando las respuestas acertadas, se sumará al cálculo de la puntuación global que se obtenga, un cálculo en el que lo que realmente será determinante es el tiempo pasado en la Administración, la antigüedad en el puesto, y méritos tales como cursos, actividades formativas o titulación académica. Ese cálculo supondrá por sí solo entre un sesenta y un ochenta por ciento del valor de la prueba de acceso, lo que en la práctica supondrá que la otra prueba –la oposición en formato test- sólo contará entre un veinte y un cuarenta por ciento. El Gobierno espera que así logren contener su plaza sean una amplísima mayoría de los actuales interinos, y anda además preparando un procedimiento para que los que los muy poquísimos que no consigan la fijeza puedan seguir trabajando como si nada en la Administración.
No voy a decir que me guste el sistema éste de colar a todo el mundo, pero tampoco voy a decir que no me guste. La situación de miles de interinos en la administración con decenas de años de contrataciones irregulares en sus espaldas, una situación que el Estatuto de los Trabajadores no permitiría jamás en empresas privadas, probablemente requería de soluciones drásticas, más que de soluciones imaginativas, y el Gobierno ha optado por colar drásticamente hasta el último que se presente. El Consejo decidió este pasado viernes respaldar el acuerdo cerrado por las centrales sindicales y Julio Pérez, que permitirá ofertar hasta 3.500 plazas. Van a entrar prácticamente todos, con una prueba preparada para que eso ocurra.
La pregunta que me hago entonces es… ¿por qué hemos soportado huelgas de la función pública, protestas continuadas, rechazos categóricos de los miembros del Gobierno? Para decirnos después que todo era así de sencillo, que bastaba un acuerdo con los sindicatos de la función pública, una pruebita redactada ad hoc y el gran problema del interinaje en el Archipiélago quedaría resuelto por arte de birlibirloque…
Si era tan pero tan fácil… ¿Por qué se ha tardado tantísimo en alcanzar el acurdo? ¿Por qué años de tiras y aflojas, ruptura de los acuerdos pactados, y hasta cuarenta horas de malencaradas conversaciones entre los representantes del Gobierno y los de sus trabajadores? ¿Y por qué se resuelve todo justo antes de unas elecciones, y sin que nadie enarbole los beligerantes argumentos que antes se defendían con vehemencia y enfado?
No hace falta comerse mucho el tarro para saber la respuesta.