Darse prisa
Francisco Pomares
Un no demasiado satisfecho Torres recibe la camiseta de la Unión Deportiva en la sede del Gobierno. Es el día después de las elecciones y se le nota.
La aplicación del Manual de Resistencia de Pedro Sánchez a los resultados de las elecciones (y el consiguiente adelanto de las de diciembre al 23 de julio) ha provocado en la derecha efectos encontrados: la sensación de que las han robado los fastos de la victoria, y la voluntad de cerrar cuando antes los acuerdos para gobernar en las regiones y las ciudades y pueblos de España, antes de la pelea que se avecina. Una pelea que será más dura de lo que la gente cree: es más que probable que el PP sostenga sus apoyos el 23 de julio, incluso mejorados. Pero tiene que mejorar mucho para sacar a Sánchez de Moncloa, porque –más allá de lo que sumen o no sumen Podemos y Yolanda Díaz- el PSOE cuenta con el voto más que probable de 50 diputados independentistas que a buen seguro estarán por mantener a Sánchez una tercera legislatura.
Mientras llega el gran combate, la reválida a la que se presenta el alumno suspendido en el reciente examen, en Canarias se aprieta el acelerador de un pacto global entre nacionalistas y PP. Se trata en realidad de la única opción sólida más allá de algunas bufonadas de menor recorrido, como ese gobierno en minoría que dicen que contempla Torres. Uno puede comprender que el presidente en funciones está en su perfecto derecho de iniciar contactos con otras fuerzas políticas para gobernar en minoría, pero hay que estar muy pallá para creer que sumando Coalición y el PP 35 diputados, y contando Vox con 4 votos, existe alguna posibilidad de gobernar en solitario. Torres podría haber planteado su intención de buscar un legítimo acuerdo con Coalición Canaria o con el PP, pero… ¿hablar de Gobierno en minoría? ¿Se desayunó un ron? Se puede especular sobre casi todo, con cosas como un Gobierno de coalición con Coalición –una opción que ya sólo defendemos tres-, o un surrealista Gobierno con el PP, a cambio de darle la alcaldía chicharrera a Tarife y los cabildos al PP. A las puertas de unas elecciones generales a cara de perro, la hipótesis es básicamente alucinógena, una paja mental… Pero especular sobre gobernar en minoría cuando existe una opción que suma ya la mayoría, es una perfecta humorada. Con 35 votos –a los que quizá acaben por añadirse los tres de Curbelo para garantizar esa estabilidad de la que le gusta tanto presumir al líder gomero- el gobierno en minoría de Torres sólo puede ser fruto de que el hombre aún no ha asimilado lo que ha ocurrido. Quizá sufre una gigantesca resaca… electoral.
En fin, que mientras Torres amaga con lo imposible, Coalición y PP cierran posiciones en un acuerdo que se basa en dos premisas: la primera es la de ir a gobiernos de mayorías entre ambos partidos en todas los ayuntamientos y Cabildos de la región, en donde sea posible por suma matemática o en donde se pueda intentar con el concurso de otras fuerzas políticas. Coalición tendrá alcaldes gracias al voto del PP en municipios clave como Santa Cruz de Tenerife, Granadilla, Guia de Isora, Icod, Los Llanos, Mazo, Puerto del Rosario, La Oliva y quizá Teguise. El PP se hará con Güímar, Arona, San Bartolomé de Tirajana, Santa Cruz de La Palma, Garafia, Arrecife y Tuineje. También habrá acuerdos de Gobierno que permitirán a Coalición regir los Cabildos de Fuerteventura y Lanzarote, y moción de censura en el de Tenerife contra Pedro Martín, para colocar en la presidencia a Rosa Dávila.
Por supuesto, habrá problemas en algunos municipios. Con toda seguridad en Güímar, donde varios de los concejales de Coalición –no afiliados al partido- podrían intentar desobedecer la orden de apoyar a la polémica Luisi García. O en Santa Cruz de La Palma, donde Asier Antona quizá intente mantener su tradicional política de pactos con el PSOE, aunque es menos probable que esta vez se arriesgue a hacerlo.
En cuanto al Gobierno, hay más tiempo, pero también el deseo de cerrar cuanto antes: queda decidir el reparto de consejerías, y quien se quedará con qué, y si Curbelo repetirá participando en el ejecutivo o asumirá el estatus que tuvo en la legislatura del 2015 al 2019, donde cosechó la cuota gomera desde fuera. Sus votos no son hoy tan necesarios como en el pacto floral, y su participación en la tómbola de cargos podría ser menos generosa que con el PSOE.
O sea, que así están las cosas: una negociación para recolocar el mapa político de Canarias, tras la pasada por la izquierda de 2019. Y cuanto antes mejor. Habrá probablemente noticias antes de acabar esta misma semana.