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Clavijo cabreado

Francisco Pomares

 

No recuerdo haber visto nunca a Fernando Clavijo tan crispado como ayer, durante el pleno del Parlamento posterior al rechazo de la tramitación de la reforma del artículo 35 de la ley de extranjería. Es verdad que Clavijo había hecho todo lo posible –y probablemente más de lo políticamente conveniente- para convencer al PSOE de la necesidad de forzar el reparto obligatorio de los menores inmigrantes no acompañados entre todas las regiones. Tenemos memoria de pez, pero conviene recordar que esa petición ya estaba incluida en los acuerdos de investidura, y que al PSOE –que ahora se le llena la boca- no se le ocurrió plantearla durante la presidencia de Torres. Y que fue Clavijo, desoyendo a su socio Manuel Domínguez y el consejo de sus asesores, quien decidió otorgar protagonismo a Torres al hacerse acompañar por él en el paseíllo por los grupos parlamentarios para pedirles su apoyo a la reforma de la Ley. Ayer, el presidente canario se quejaba amargamente de la falta de voluntad política de los socialistas -y del ministro- para llegar a un acuerdo con el PP. En una prolija intervención, Clavijo hizo el relato pormenorizado de lo ocurrido en los días previos a la sesión plenaria del Congreso, extendiéndose sobre todo en la jornada del martes, concretamente, en la negativa de Torres a reunirse con el portavoz popular, Miguel Tellado, o con la de Junts, para intentar desatascar la situación.

 

Clavijo contó que tras el debate de la mañana, en el que el PP y Junts manifestaron su rechazo a votar a favor de iniciar el trámite, él y la consejera Candelaria Delgado, redactaron un texto alternativo para lograr la abstención del PP y Junts, en el que se establecían fórmulas bastante aceptables: el compromiso de convocar en septiembre, antes de que terminara el plazo de presentación de enmiendas, la Conferencia de Presidentes pedida por el PP para tratar la distribución de los menores; una redacción más clara en la ley de que el Gobierno financiará a las regiones hasta la mayoría de edad de los menores; el establecimiento de un cupo mínimo de acogida por regiones, atendiendo a criterios equitativos; y la declaración de la emergencia migratoria en todo el país. Asuntos que en nada se enfrentaban al espíritu de lo que se pretendía hacer con la reforma de la ley, y que –si se hubieran incorporado- el PP habría aceptado.

 

Ese texto fue entregado a la ministra Sira Rigo, y se hizo llegar a los grupos, pero el PSOE ni se molestó durante todo el día en reunirse con el PP para evitar la derrota de la proposición pactada por los gobiernos de España y Canarias. Clavijo manifestó su perplejidad ante el “empecinamiento” del Gobierno en no negociar con el PP, y culpó al presidente Torres por su inacción y el desinterés en reunirse con Tellado. Fue inusualmente duró con Torres, pero no llegó a contar todo lo que sabía. No contó, por ejemplo, una anécdota que refleja el mal ambiente entre Torres y el PP, y el escaso interés del ministro en cerrar un acuerdo: ocho días antes del pleno, después de verse con el grupo parlamentario popular, Torres había enviado a Tellado el texto de la propuesta de reforma, y tras la respuesta y el recibido, se le escaparon varios guasap grabados involuntariamente durante una comida. En ellos contaba a sus colegas de mantel que no había tenido más remedio que reunirse con Feijoó y con Tellado “que es un gilipollas”. El portavoz del PP debió sorprenderse bastante cuando recibió los guasap… Porque ya es torpeza mandar a alguien con quien tienes que negociar un guasap insultante. Si quieres llegar a acuerdos, claro.

 

Clavijo no entró en eso, pero fue muy duro al criticar el empeño de Torres y los socialistas en presentar al PP como un partido de ultraderecha, en vez de intentar resolver el reparto de los menores, y aliviar la situación de Canarias. Clavijo explicó que la falta de voluntad política para solucionar el problema resulta patente cuando el Gobierno de Sánchez se niega a afrontar el conflicto tramitando la reforma por la vía rápida del decreto ley, y volvió a exigir a Sánchez que apruebe ese decreto en su último Consejo de Ministros antes de las vacaciones.

 

Muy enfadado, recordó que aunque el Estado y Europa miran para otro lado, acabarán dándose de bruces contra la realidad, que no es otra que el hecho de que “en Mauritania hay campamentos de refugiados con 300.000 personas esperando para embarcar” hacia a las islas, con intención de alcanzar después el continente. Canarias no dispone ni de recursos ni de instalaciones para albergar con un mínimo de dignidad y seguridad a tanta gente. Si no se toman las medidas adecuadas para afrontar la situación, con políticas de respuesta rápida y distribución de los menores, se producirá una crisis sin precedentes: “el ‘Plan B’ será que España y Europa se enteren de que tienen un problema en Canarias”, añadió Clavijo. Yo lo ví bastante cabreado.

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