Adiós a un dibujante de prensa
Francisco Pomares
Ayer murió el pintor Juan Galarza, gaditano de origen, tinerfeño por los cuatro costados. Había nacido en 1932 en Puerto de Santa María, en aquella época un pequeño municipio con menos de 20.000 habitantes, aunque hoy supera ya los 80.000. En 1934 su familia se afincó en Tenerife, donde su padre se dedicaba a la exportación de frutas y verduras. Aficionado desde muy joven a dibujar, sus primeros trabajos como caricaturista los hizo para matar el aburrimiento mientras estudiaba Comercio: le gustaba hacer monos de sus profesores, a veces porque le caían bien y otras veces porque le caían mal. En los cincuenta, cuando hacía la mili en Ceuta, su padre le contó en una carta que en Tenerife despuntaba un movimiento de caricaturistas, entre los que destacaba el genial Paco Martínez. Galarza se sintió desde entonces atraído por la obra de Martínez, el más conocido y prestigioso caricaturista tinerfeño, que revolucionó el género de la caricatura en la isla al introducir un estilo muy personal basado en utilizar la geometría y el collage para representar la figura humana. Por su padre, Galarza también conoció la obra de Harry Beuster, y tanto Beuster como Martínez -los dos maestros de la caricatura tinerfeña de entonces- alentaron al joven Galarza a seguir mejorando sus garabatos.
Su primera oportunidad le llegó en el 57, cuando se creó la Agrupación Vanguardista Canaria de Caricaturistas Personales, Integrada en sus inicios por los humoristas gráficos Paco Martínez, Harry Beuster, José Morales Clavijo, Eduardo Millares Sall (Cho-Juaá), Policarpo Niebla, y Manuel Padrón Noble, la Agrupación convocó un concurso para caricaturistas noveles, al que Galarza se presentó con una viñeta de su profesor de matemáticas, el socialista Arístides Ferrer, que Galarza dibujó con la cara convertida en la ventanilla de un banco y el pelo rizado y voluminoso, totalmente poblado de números. Ganó el primer premio y se convirtió de paso en el miembro más joven de la Agrupación, donde trataba con dibujantes de prensa y viñetistas muy conocidos. Desde entonces, Galarza compaginó su afición al dibujo de caricaturas con su trabajo como docente y pintor, y en los primeros sesenta pasó a colaborar con periódicos como El Día, Deportes 7 Islas y Jornada Deportiva, donde se especializó en caricatura deportiva. Es en esa década cuando nace su vínculo con el Carnaval chicharrero, al que se incorpora desde sus comienzos en el año 1962, ilustrando el primer folleto de las Fiestas de Invierno, que aún se conoce como el ‘no cartel’ de aquél primer Carnaval. Galarza repitió al año siguiente dibujando el que –ya sí- sería el primer cartel del Carnaval, y siguió encargándose de él en muchas ocasiones. A esos carteles siguieron sus ilustraciones carnavaleras para otros pueblos de la isla, para las populares piñatas del Centro de Iniciativas Turísticas o para firmas comerciales. Quizá por su trabajo gráfico en el arranque institucional de la fiesta, Galarza es popularmente recordado aún más por sus trabajos e ilustraciones sobre el Carnaval que por sus excelentes caricaturas.
En 1981 ganó la Medalla de Plata en el Salón de Dibujo Deportivo Humorístico de Ancona (Italia), y ocho años después concursó en la primera edición del Certamen Internacional de Humor, convocado por el Ayuntamiento santacrucero, y ganó el tercer premio. Por esa época trabajaba para el semanario Azul y Blanco, dirigido por su hijo Juan, y para la Gaceta de Canarias, donde público gran parte de sus caricaturas deportivas. Continuó publicándolas en La Opinión de Tenerife hasta 2005.
También fue un gran acuarelista, profesor de dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de Sevilla, y miembro de número de las agrupaciones de acuarelistas de México, Canarias y Cataluña.
Su pasión por la pintura, el cartelismo y el dibujo para prensa, le acompañó durante más de setenta años de su vida profesional, la vida de un perito mercantil incorporado por decisión propia a la docencia y a la pintura: experimentó con distintas modalidades de las artes plásticas: el cartel, la escenografía, el pergamino y el dibujo publicitario son algunas de las disciplinas que compatibilizó con la caricatura, trabajada siempre con un estilo muy propio, eficaz, versátil y depurado, en el que la simplicidad del trazo y la representación le consagran para siempre como uno de los grandes maestros canarios. Pero por encima de esa maestría, por encima del reconocimiento y el respeto de los nuevos dibujantes de las islas, Galarza fue siempre un artista humilde y un hombre bueno. Descanse en paz.