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Adiós, filósofo

Por Álex Solar

 

El inicio de abril, el mes más cruel, como escribió el poeta T.S. Eliot, nos deja el adiós de Salvador Pániker. Su figura polifacética no cabía dentro de los estrechos márgenes del panorama lineal de la cultura española. Al pertenecer a la cultura catalana en lengua castellana, sufre una doble marginación, que se observa en el ninguneo solapado al que ha sido sometido tras su muerte. Unos pocos obituarios perdidos en las páginas menos destacadas, las culturales, lejos del sitial de honor de desgracias masivas del planeta, y vídeos “virales”.

 

 

 

Pániker ha sido objeto de mis escritos, donde he contado como vio el filósofo a esta isla en el único viaje que hizo en octubre de 1994 invitado por la FCM, donde expuso sus ideas sobre la política, la creación y el lenguaje, bajo el tamiz de su famosa teoría de la retroprogresión. En su”Cuaderno Amarillo”, Pániker escribe: “Tierra extraña, tierra del sur. No sé por qué, todo paisaje con el Sur me remite siempre a Ibiza-en este caso una Ibiza con volcanes y piedras negras-Turistas encerrados (felizmente) en sus guetos”. El escritor filósofo vivió feliz en la pitiusa balear y Lanzarote le resulta a la vez distinta y familiar. “Las casas blancas, los campos negros cubiertos de piedras eruptivas, la ausencia de bosque, los paisajes lunares, el famoso Timanfaya, las Montañas del Fuego, los vientos del desierto, siroco incluido, que erosionan una isla en la que casi nunca llueve, los cultivos de la vid en los diminutos cráteres de La Geria, todo esto, ya digo, era como la Ibiza sin tener nada que ver con Ibiza. Un lugar ciertamente remoto, desérticamente sensual”. El viajero advierte también “un cierto aire mexicano” en casas de estilo colonial, y acentos del trópico en la voz de “muchachas con los inconfundibles morritos canarios riendo alegremente”.

 

Salvador Pániker, a quien se suele describir como un sabio renacentista, erudito en culturas exóticas , conocimientos científicos y hasta metafísicos, era también un agudo analista de la política española, donde hizo una breve incursión como diputado. En su dietario “Diario de Otoño” publicado en 2013 y que recoge fragmentos escritos entre 1996 a 1999, escribe tras las elecciones en las que sale victorioso el PP: “Uno es partidario de la alternancia, y, a pesar del tufo general de la derecha española, uno no duda de que haya personas muy respetables dentro del Partido Popular”. Y agrega que resulta en ese momento más decisivo el voto de un Pujol (5%) que los votos socialistas, un 40 por ciento. “Ciertamente, el momento no demanda, todavía, gobiernos de coalición, y, sin embargo, el momento es complejo. La época reclama debates serenos alrededor de mesas de trabajo(más que farsas histriónicas en el Parlamento)”. Palabras sensatas que podrían aplicarse al día de hoy, sin duda alguna.

 

Pániker nos deja huérfanos a los que apreciamos su obra, pero deja tras de sí una huella que persistirá, pese al olvido negligente y al desprecio general por la cultura.

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