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¿Le gustan realmente al Gobierno los autónomos?

 

  • Lancelot Digital
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    Pilar tiene una tienda en la esquina de la calle con cuatro trabajadoras cuyas familias subsisten gracias a su esfuerzo diario. Son tan cercanas que salen de copas muchos sábados y van a las comuniones de sus respectivos hijos. José tiene un taller con diez trabajadores. Antonio tiene un bar en el que da trabajo directo a tres personas, y así podríamos seguir durante todo el día y toda la noche porque la mayoría de los empresarios de este país son propietarios de pymes, que en un noventa por ciento de los casos tienen menos de diez trabajadores. Ellos, autónomos y emprendedores, son los que levantan nuestra economía día a día. Y a ellos, que ya llegan asfixiados a fin de mes, el Gobierno les vuelve a subir la cuota de autónomos. Pilar, la de la tienda de la esquina, tendrá que recortar su plantilla y prescindir de una de sus trabajadoras.

     

    Un concepto manido

    Algo falla en un país en el que nos han enseñado a pensar que el empresario es malo. Nos imaginamos siempre a un señor con puro sentado en su sillón con los pies encima de la mesa y dando órdenes. Ya. Pues no. En este país, la mayoría de los empresarios son gente pequeñita y muy trabajadora que regenta el bar de tu calle, la tienda de alimentación y la peluquería de abajo. No son potentados, pero han optado por la empresa privada porque, y esto es así, no todo el mundo puede ser funcionario, básicamente porque no hay economía que lo resista. Pero, es cierto, el Gobierno de España potencia lo público, anima a las nuevas generaciones a que se conviertan en funcionarios, y lo hace desde el mismo momento que exprime a sus autónomos y a sus pequeños emprendedores. ¿Qué joven va a querer montar su propia empresa si ve a sus padres que se desviven para llegar a fin de mes y poder pagarles a sus empleados? La respuesta está clara: no. Opositarán para tener un trabajo fijo que dependa de la administración y no tener que deslomarse para cumplir con las veleidades de Hacienda. Lo cierto es que en este país hay más funcionarios (cerca de 3’5 millones) que autónomos (que apenas superan los 3 millones).

     

    Ayudar a los que ayudan

    Muchos extranjeros se fascinan al conocer la mentalidad de los españoles, pero tal vez la clave está en lo que nos han inculcado durante años. Empresario= malo. Esa imagen maniquea y falsa de que todos los empresarios son explotadores lastra nuestro país y nuestra economía. Ya es hora de que el Gobierno tienda la mano a las pymes y a los autónomos porque sin ellos, la estructura económica de España se derrumbaría como un castillo de naipes. No todos podemos ser funcionarios porque la economía no lo soportaría, es preciso que exista un equilibrio y para que eso ocurra, el Gobierno debe poner en marcha políticas que faciliten, y no compliquen, la creación de riqueza. Y, señores, volver a subirle la cuota a los autónomos, no es el camino. Por ahí, no. 

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