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La tragedia de La Rocar

 

  • Lancelot Digital
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    Se ha venido abajo un muro de gran tamaño en La Rocar y en su caída ha segado una vida. No se trata de buscar culpables en estos trágico momentos, pero tampoco de ocultar que esta situación se podría haber evitado. Durante décadas la familia Cortezo ha tratado de llegar a algún acuerdo con las distintas corporaciones para dar salida a ese terreno en el que, en su día, funcionó con éxito una conservera. Poco a poco se fue convirtiendo en el lugar en el que se refugiaban indigentes, sintecho y muchas veces personas con problemas de drogadicción. No hubo manera de dar salida a ese espacio. No hubo acuerdo entre la propiedad y el Ayuntamiento de Arrecife.

     

     

    Confundir viejo con patrimonio

     

     

    Así podría haberse quedado la cosa. Se podrían haber tirado abajo las escasas infraestructuras que quedaban, en ruinas, ya que generaban un gran peligro para la población y una imagen pésima para el turismo, pero tampoco. Ahí entró Patrimonio como un elefante en una cacharrería con la extraña teoría de que aquel edificio derruido merecía la pena salvaguardarse. Muchos problemas nos ha traído siempre en esta isla el confundir lo viejo con lo antiguo, las edificaciones ruinosas y en mal estado, con el patrimonio, las casas que se caen a pedazos, con los Bienes de Interés Cultural. Pues no, La Rocar no tiene ningún interés ni cultural, ni científico, ni patrimonial. Es un espacio céntrico de la ciudad que sus ciudadanos se merecen disfrutar, o al menos no temer. Si se hubieran hecho las cosas bien, no habría muerto una persona bajo esas ruinas sin valor alguno. Ahora no vale llevarse las manos a la cabeza.

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