De pirómanos y contenedores
Lo de amanecer cada día con uno, dos o doce contenedores quemados no es ya ninguna novedad en Lanzarote. Parece que la situación se ha llegado a normalizar y que no se puede hacer nada para solucionarlo. Sabemos que no es fácil porque no es posible tener un policía en cada calle, pero tampoco nos podemos conformar. Debería ser una labor prioritaria de la Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil el pillar al pirómano o los pirómanos que se han propuesto no dejar ni un solo contenedor en pie, especialmente en Arrecife y Puerto del Carmen. El miedo cada vez es mayor. Ya son pocos los coches que se ven aparcados junto a la zona de contenedores. Las familias temen quedarse sin medio de locomoción si les toca a los contenedores de su barrio y el fuego se extiende hasta los vehículos. Sabemos que se lo están tomando en serio, pero está claro que hay que hacer algo más porque la situación se complica y lo que hoy son sólo daños materiales pueden llegar a ser a personas heridas.
La llegada de pateras no cesa
No es nuestro único problema crónico. Lanzarote sigue recibiendo pateras y no parece que vayan a dejar de llegar. En septiembre se rebasaron todas las cifras anteriores, contabilizándose la llegada de más de una patera diaria. La situación es tal que no han faltado los comentarios indignados señalando que ya parece que hay una línea regular entre el África Occidental y Lanzarote, y que funciona mejor que muchas navieras oficiales. El problema es que la situación se ha normalizado. Es obvio que a todas estas personas que llegan a la isla hay que darles un trato correcto y protegerlas, pero llama mucho la atención que no dote a Canarias, pero sobre todo a islas como Lanzarote y Fuerteventura, de un mayor número de efectivos policiales y de emergencias y de unas infraestructuras adecuadas para atender a todas estas personas. Lo que no se puede permitir es normalizar el problema y que se utilice los precarios recursos ordinarios policiales y sociales de Lanzarote para un problema global. El Gobierno de Canarias y el Cabildo de Lanzarote están tardando en exigir al Estado mayor dotación de policías y guardia civiles, en definitiva mayores recursos que permitan afrontar los problemas derivados de la inmigración irregular, sin que eso afecte a los servicios públicos de los lanzaroteños. Eso evitaría comentarios y actitudes racistas inapropiadas y rechazables pero que, a veces, el Estado con su gestión, no ayuda precisamente a evitar.
Un CATE poco acondicionado
Y esto que decimos se ha comprobado justo estos días. Las lluvias que trajo 'Hermine' a la capital pusieron a prueba la viabilidad del famoso CATE, Centro de Atención Temporal a Extranjeros, y dejaron claro que no tienen ninguna. Las infraestructuras se inundaron y no sólo no se pudo trasladar hasta allí a quienes llegaron en una nueva patera durante el temporal, sino que fue necesario sacar de allí a las personas que ya estaban instaladas. No pudieron volver hasta que se achicó toda el agua, pero no es nada nuevo. Ya en el plan de inundaciones de la capital se señalaba la zona en la que está ubicado el CATE como punto negro de la ciudad. Es cierto, que en Lanzarote no llueve demasiado, pero eso no hace menos cierto que se trata de una construcción realizada con prisas y ciertas dosis de improvisación. En cualquier caso, ya que está construido, lo que hay que hacer ahora es mejorar la instalación para que no vuelva a ocurrir lo mismo cuando vuelva a llover.