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De cabañas, tiendas de campaña y otras insólitas ofertas

 

Las constantes informaciones sobre insólitos alquileres turísticos en Canarias, a precios desmesurados y condiciones pésimas, nos bombardean en estos días. Una tienda de campaña en una azotea, una caravana en medio de la nada, una caseta hecha con tres maderas en medio de un campo o una cama compartida son algunos de ellos. Al leer cosas así nos entra una mezcla de estupefacción e incredulidad. Habría que añadir algo más, de vergüenza. Lo cierto es que este tipo de ocurrencias no definen el turismo de Canarias, definen la caradura de algunas personas y la falta de sensatez de otras. Y es que, si está mal alquilar una cabaña, más bien una choza, levantada con cuatro palos y vender el disfrute en medio de la naturaleza, que está mal, no lo negamos, también lo está pagar el precio solicitado y alabar el asunto porque “es ecológico” hacer las necesidades en un cubo y usarlas de compost. Eso ya raya la estupidez, con perdón.

 

Una gota en un océano

 

Este tipo de malas prácticas hay que pararlas, las autoridades deben multar a quienes las practican, pero quienes las “sufren” deben también denunciar. Y, sobre todo, hay que tener muy claro, en todos los casos, que esa no es la oferta turística de Canarias, sino una gota en medio del océano. La oferta turística canaria es abrumadora, especialmente por su calidad. Las Islas cuentan con 545.344 plazas de alojamiento turístico, de las que 251.308 son plazas hoteleras, destacando los más de 300 hoteles de cuatro y cinco estrellas; 195.994 camas en viviendas vacacionales y 98.042 camas de apartamentos tradicionales. Una oferta pensada para todos los gustos y necesidades, entre las que surgen, como la mala hierba, este tipo de ocurrencias que enfanga y da mala imagen a un sector con una salud de hierro. Pues eso, que si les ofrecen una tienda de campaña en la playa como turismo sostenible, pagada a precio de hotel de lujo, hagan el favor de echarse unas risas y no cometer el error de querer comprobarlo

 

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