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Mallorca, una visita inolvidable al lujo mediterráneo

Binter empezará a operar con la isla a partir del próximo mes de mayo

 

  • Lancelot Digital
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    Mallorca, con casi 80 kilómetros de distancia de un extremo a otro, sobresale por su diversidad. A lo largo de sus 550 kilómetros de costa se encuentran algunas de las calas y arenales más bellos del Mediterráneo: playas blancas que conviven con diminutas ensenadas entre pinares y acantilados en el norte.

     

    Sus aguas claras y limpias son ideales para bañarse y para practicar actividades náuticas como submarinismo, windsurf, pesca, vela o incluso surf. Aunque no son los únicos deportes que puede realizar: existen numerosos campos de golf, de diseño cuidado y perfectamente integrados en el entorno, que se adaptan a cualquier nivel.

     

    La naturaleza también tiene un lugar destacado. Cerca del 40 por ciento del territorio está protegido. Con un paisaje marcado por los contrastes, destacan los espacios de la Sierra de Tramuntana, al norte, con picos que superan los 1.400 metros, y el Parque Nacional Marítimo y Terrestre de Cabrera, un conjunto de islas e islotes ubicado a poco más de una hora de navegación.

     

    Desde hace siglos, algunos pueblos como Deià, Pollença o Valldemossa, han cautivado a artistas con su pintoresca atmósfera.

     

    La cultura es uno de los principales elementos de la isla. Durante todo el año se suceden festivales, conciertos, certámenes literarios, exposiciones. Además, la isla está excelentemente comunicada a través del aeropuerto internacional de Son Sant Joan, a ocho kilómetros de Palma, y mediante los barcos y líneas regulares que parten del puerto de Palma y de Alcúdia.

     

    Palma

     

    La capital de la isla de Mallorca, situada en la bahía de su mismo nombre, posee un clima privilegiado todo el año (17,9 °C de temperatura medial anual). Conocida por su turismo de sol y playa, posee además un precioso casco antiguo. La Catedral, el Palacio de la Almudaina, la Lonja y la Plaza Mayor son algunos de los rincones en los que el viajero deberá detenerse. Las barcas de pescadores, pinares y palmeras enmarcan los más bellos monumentos. El paisaje de la isla está surcado por calas, playas y acantilados en la costa, mientras que en el interior esperan localidades típicamente mallorquinas y sierras con alturas de 1.500 metros. Una riqueza paisajística y cultural que invita a recorrer cada palmo de Mallorca y a profundizar en la gastronomía isleña.

     

    Deià es una bella localidad de la denominada Costa Norte mallorquina, situada entre la Sierra de Tramuntana y el mar. Su casco urbano, asentado en la ladera de una pequeña colina con vistas al Mediterráneo, permanece inalterable a través del tiempo, con sus antiguas casas mallorquinas, y es tradicional lugar de residencia de pintores y artistas. En las inmediaciones de la localidad, la costa dibuja recónditas calas que invitan al descanso y al paseo relajado. Son sólo algunas de las muchas posibilidades que ofrece Deià, donde también se pueden saborear las excelencias de la mesa balear.

     

    La localidad mallorquina de Calvià domina un municipio a los pies de la sierra de Tramuntana y a orillas del mar Mediterráneo. Más de 50 kilómetros de litoral, entre acantilados, bahías, playas e islotes, forman parte de su perfil costero, uno de los más accidentados de la isla. Casas señoriales, villas de campo, torres defensivas y molinos antiguos forman parte de sus principales monumentos, además de importantes yacimientos prehistóricos. A las múltiples oportunidades de ocio al aire libre, hay que sumar la exquisita gastronomía de la comarca.

     

    Entre la sierra de Tramuntana y el mar Mediterráneo se alza el conjunto monumental de Valldemossa, a escasos kilómetros de la llamada Costa Nord mallorquina. El cuidado trazado de su núcleo urbano posee calles empinadas, fachadas de piedra e importantes construcciones religiosas, entre una frondosa vegetación. Las montañas de esta zona se convierten en pocos kilómetros en playas y calas en las que es posible fondear cualquier embarcación. El puerto de Valldemossa mantiene el aire marinero de antaño. Los pescados frescos y los productos del interior se combinan sabiamente para ofrecer al visitante las recetas más suculentas.

     

    Banyalbufar se extiende a orillas del mar y se encuentra diseminada por la sierra de Tramontana. Tres amplios valles constituyen el municipio: el de Son Coll, el de Banyalbufar y el de Planicia. Un excelente mirador del municipio y su costa es la atalaya conocida como Ses Ánimes, símbolo de la ciudad.

     

    En el interior de Banyalbufar se puede visitar el magnífico conjunto monumental de Clastra de sa Barona, formado por un claustro y una torreón defensivo que datan del siglo XVII. En la actualidad alberga un establecimiento hotelero.

     

    Cala Ratjada se sitúa a los pies de la punta de su mismo nombre, en el extremo más oriental de la isla de Mallorca. Este centro turístico de excelentes aguas no ha perdido el sabor pesquero de sus primeros tiempos. En su iglesia parroquial se celebra un ciclo de música clásica bajo el título “Un invierno en Mallorca”, que el visitante no debe perderse. Al borde del Mediterráneo se levanta el faro de Cala Ratjada, histórico aviso de navegantes. Desde este lugar se divisa una de las mejores vistas del paisaje circundante. Los días claros incluso se puede ver la isla de Menorca, a la que se llega contratando alguna de las excursiones en barco que se organizan desde la cala.

     

    Los amantes de la historia y de los restos arqueológicos pueden acercarse a los hallazgos talayóticos y hornos de cal conservados en la finca Son Sastre. Se trata del campo de golf de Capdepera, que merece una detenida visita aunque no se vaya a jugar.

     

    Petra se sitúa a sólo 43 kilómetros de la ciudad de Palma. La Iglesia de San Pedro, el Convento de San Bernardino y el Santuario de la Virgen de Bonany son algunos de los puntos más significativos del municipio. La primera es un conjunto gótico construido entre los siglos XVI y XVII; el convento es el lugar donde Fray Junípero cursó sus primeros estudios; mientras que los orígenes del santuario se remontan a principios del siglo XVII. Por supuesto, también destacan los sitios relacionados con el famoso misionero. La exposición del Museo de Fray Junípero Serra permite conocer su vida y obra. Para ver su Casa Natal hay que dirigirse al barrio del Barracar, el más antiguo de la villa. En sus dos plantas se muestra cómo era una vivienda campesina típica de los siglos XVII y XVIII. El tercer domingo de septiembre se suele celebrar una fiesta en honor de Fray Junípero Serra, que incluye actividades como ofrendas florales y desfiles de carrozas.

     

    Gastronomía

     

    Comer en Mallorca es un placer. El cultivo de hortalizas y cereales y la cría de cerdos en el interior, se complementa con la pesca de la costa. Las matanzas son muy importantes en la isla, ya que permiten aprovechar todo el cerdo en una variedad de embutidos y por supuesto también en la ensaimada. La isla cuenta con gran tradición panadera y pastelera, ya que al datar del siglo XIV, es uno de los gremios más antiguos del país y de hecho, buena parte de sus hornos, tienen más de 200 años.

     

    Una catedral única

     

    No se puede visitar Palma y no conocer su catedral. Ésta goza de un emplazamiento espectacular a orillas de la bahía y el puerto pesquero. Se trata de un elegante templo gótico, que mantiene una gran armonía a pesar de su gran tamaño. La insigne edificación la mandó construir Jaume I sobre la antigua mezquita de la Medina Mayurqa. La Catedral cuenta con unas altísimas bóvedas, aunque, lo que más llama la atención es un grandioso rosetón y el singular baldaquino de hierro forjado, obra del maestro catalán Antonio Gaudí.

     

    Viajes Timanfaya organiza éste y otros muchos e interesantes por todos los destinos que pueda imaginar. Y Binter empezará a operar econ la isla a partir de mayo contribuyendo a mejorar la conectividad del archipiélago canario