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San Ginés, “Pedro el Grande”

Por Antonio Coll

 

 

Pedro I, zar de Rusia, -1689-1725- era conocido como Pedro el Grande que tras un golpe de estado, se erige como monarca absolutista y se convierte en un estadista autoritario, pero emprendedor de grandes reformas, en un país anclado en el pasado y con un índice de analfabetismo muy alto. Su lucha por modernizar a la Rusia de los zares, generó mucha desconfianza y rechazos en determinadas clases privilegiadas y aristocráticas, de la época. A pesar de todo, Rusia progresó con los cambios económicos y el fomento de las obras públicas.

 

Guardando las distancias, el actual presidente del gobierno insular de Lanzarote, Pedro San Ginés, desde que llegó al poder, sin mayoría absoluta, ha tenido un papel, para mi meritorio, al haber intentado modernizar e innovar una institución, como el Cabildo de Lanzarote, anclado en un inmovilismo tenebroso y sin dar respuestas a los grandes retos de una isla, que cuenta con una potencialidad tangible. Su lucha y coraje por sacar adelante planes prioritarios para el desarrollo de la isla, como el PIOT y el Plan Especial de La Geria, se cataloga como un gestor con sentido común y gran amplitud de miras. La reconversión de Inalsa que se encontraba en quiebra, por las corruptelas de muchos años, y haber promovido su gestión, a través de una empresa privada (Canal Gestión), aunque con capital público, ha significado uno de sus mayores éxitos. Sus tímidas reformas en los Centros Turísticos, junto con Astrid Pérez, también han servido para dar una cierta estabilidad a las arcas públicas, aunque todavía queda un camino muy largo para desmontar, totalmente, el modelo arcaico de Los Centros Turísticos.

 

Lo importante para avanzar es poner los cimientos y, en este sentido, creo que San Ginés, va por buen camino, para impulsar proyectos que generen economía y puestos de trabajos. Es cierto que su forma de ser, sus actitudes, a veces autoritarias y prepotentes, no le ayuda para potenciar su perfil de buen gestor. También su estrategia de oponerse a los sondeos de hidrocarburos por parte de la compañía Repsol, sin haber alentado otras directrices, como la de exigir y luchar por una titularidad compartida, en los recursos petrolíferos y gasísticos que pueda encontrarse en las aguas “jurisdiccionales” canarias, ha sido un grave error político. El resultado solo ha servido para producir enfrentamientos belicosos con el Estado Español, sin favorecer una política de entendimiento para definir las competencias, a través del Derecho Internacional del Mar, las Cortes Españolas y el Reino de Marruecos.

 

Pedro San Ginés se ha convertido, con el paso de los últimos años, en un líder de gran peso en Coalición Canaria; formación política que después de 21 años de su fundación, no ha sabido fortalecerse y crear más ilusión en la gente canaria. Posiblemente, en la nueva etapa, aún incipiente, puede reducir los enfrentamientos continuos y luchas internas, nada favorables para una formación que aspira a mantener sus cotas de poder, en las más importantes instituciones canarias. En un archipiélago segmentado por islas y alejado de la metrópolis, es fundamental un partido nacionalista integrador y defensor de los derechos y aspiraciones del pueblo canario. Pero, para ello, necesita modernizarse y alejarse de sus estructuras tradicionales, totalmente obsoletas, en los actuales tiempos.

 

El sistema actual está agotado

 

Con respecto a Lanzarote, se necesita de líderes y de políticos que influyan en los centros de decisiones, donde se cuece el control político y económico de Canarias. Yo no sé si algún día a San Ginés, le llamarán Pedro el Grande, por las reformas emprendidas y los proyectos materializados. Para ello, en principio, tendrá que superar los comicios electorales del mes de mayo y convertirse de nuevo en presidente del gobierno insular. Esa circunstancia está en manos de los electores y de los resultados que obtengan los partidos políticos. A todas luces, se necesitará pactos para gobernar, en un nuevo ciclo y un nuevo orden nacional e internacional, donde todo ya es diferente. 

Yo sé que los éxitos no se pueden conseguir de la noche a la mañana, pero si no se avanza hacia adelante y Lanzarote no conquista el lugar que le corresponde, el fracaso está anunciado. Y en esta nueva época, se necesita de una clase dirigente con talento, sabiduría y de gestión inteligente, mirando siempre el interés general.

 

El futuro de Lanzarote y Canarias, en general, se despegará a partir de mayo. El tiempo perdido ya no se podrá recuperar, pero no implantar las medidas necesarias para dotar a las islas de los mecanismos e instrumentos que generen economía y puestos de trabajo, estarían abocadas a una profunda crisis, con las consecuencias sociales que ello conllevaría. El descontento y la indignación tienen un límite. Serán los gobernantes, a partir de mayo, los responsables del futuro de las islas. Corregir el curso del pasado se hace imprescindible. La relevancia de los próximos comicios, exige a las formaciones políticas a presentar a hombres y mujeres responsables y capaces de cambiar el rumbo de la nave llamada Lanzarote y Canarias. Lo contrario sería seguir en el naufragio. El sistema actual está agotado y no responde a la realidad política y social de la sociedad lanzaroteña y canaria.

 

Seguir soportando el 29% de paro sería un suicidio. Ya existen síntomas alarmantes de descomposición en la sociedad lanzaroteña y las expectativas aún se ven oscuras. Y los culpables y cómplices de ese panorama desolador viven en la isla de Lanzarote.

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