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Reconociendo la realidad

Por Sigfrid Soria

 

El Partido Popular se comprometió a propiciar que la economía española creciese, que se generase empleo y que descendiesen los impuestos. Heredó una España en una situación mucho peor de la que aseguraban quienes la arruinaron, por segunda vez en veinte años: absolutamente devastada.

 

Pese a dicha envenenada herencia, el Partido Popular va a cumplir sus compromisos. Al final de la actual legislatura mostrará una España que será el motor económico de la eurozona, con la tasa de crecimiento mayor de todos los países que la componen. La tasa de paro será inferior a la heredada del anterior gobierno socialista y el ritmo de creación de empleo también será el más alto de la eurozona. Respecto de los impuestos y a pesar de que inicialmente hubo que subirlos como medida de supervivencia ante la dramática e inesperada situación heredada, cual torniquete ante la hemorragia por sección arterial, al término de la legislatura serán inferiores con lo que, al igual que con el crecimiento y la creación de empleo, el Partido Popular habrá cumplido con la esencia de su compromiso electoral en materia económica.

 

Quienes niegan la internacional y unánimemente aplaudida recuperación de la economía española, la desnortada y acomplejada progresía, aducen el único parámetro macro económico adverso: la deuda pública. Pero utilizar este indicador tratando de desmontar el formidable éxito económico del PP sólo indica una torpeza palmaria. Es absurdo demonizar la brillante gestión económica del PP con los recortes, benditos recortes que han salvado el Estado de Bienestar, al mismo tiempo que acusarle de derrochador por incrementar la deuda pública. Entonces, ¿qué es lo que ha originado el incremento de la deuda pública en más de 300.000 millones de euros? Hay una explicación contable muy clara: el incremento de la deuda pública es la sumatoria de todos los pufos de la herencia socialista: déficit oculto, sanidad, déficit eléctrico, fomento, defensa, facturas no contabilizadas y satisfechas con planes de pago a proveedores, MEDE-FROB… Por tanto, cuando en múltiples ocasiones me refiero a la “maldita herencia socialista” no me refiero a una entelequia, se trata de una irrefutable realidad contable.

 

Pero, asumiendo como cierta, incluso como paradigmática, la gestión económica de España a partir de 2012 por parte del Partido Popular, ¿por qué entonces las expectativas electorales, en pleno año electoral, son tan paupérrimas para quienes han gestionado con magníficos resultados y por segunda vez en veinte años una ruina socialista?

 

La primera respuesta a esta pregunta es bien clara: porque el balance económico, aún siendo excepcional, no es suficiente para quien otorgó la mayoría absoluta al Partido Popular.

 

Las siguientes respuestas, tras analizar con sosiego todas las variables, hay que buscarlas en la decepción de entre cuatro y cinco millones de los once que votaron al PP y que, evidentemente, no es de carácter económico: es de carácter político.

 

Ha sido tan titánica la tarea de salvar a España de la devastación socialista que el gobierno, con su presidente a la cabeza, se ha olvidado de que además de la economía hay otras cuestiones que afrontar, y que afrontar con firmeza. Firmeza, determinación y valentía es lo que imperó en la toma de las difíciles decisiones que nos han conducido a ser un país admirado, a ser nuevamente la locomotora de la eurozona y a liderar la creación de empleo. Dichas acertadas decisiones se tomaron sin estrategias electorales, se tomaron porque había que tomarlas. Es más, se sabía que al tomarlas se generaría un alto sufrimiento en gran parte de los españoles y que habría un importante desgaste, pero se tomaron por y con responsabilidad.

 

Sólo si el gobierno de España vuelve a aplicar el esquema de tomar decisiones porque se deben tomar, sin miedo a impactos negativos electorales, recuperará a los votantes que ahora mismo no votarían al Partido Popular. Aborto, Cataluña, víctimas del terrorismo, política penitenciaria, política internacional, política antiterrorista, política fiscal…, son asuntos que deben ser liberados de estrategias electorales de despacho y pasar a ser tratados desde la convicción del ideario político del PP. Sólo de esa manera seguiremos gobernando. 

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