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País

Andrea Bernal

 

“The undiscovered country, from whose bourn
No traveler returns, puzzles the will,
And makes us rather bear those ills we have,
Than fly to others that we know not of?”-
Hamlet

 

 

De un país cuyo nombre no conozco aún, estará teñido este cuerpo transportado, aquel horizontal viaje veloz llamado muerte.

 

Es un país puro lleno de animales fantásticos. Descripciones de Borges que habitarán junto a mí. ¿Qué espacio acogería este viaje si no fuese un país fantástico, sin banderas ni política, un espacio remoto acompañando la última vulnerabilidad humana?

 

Este país, que no alcanzamos a ver en vida, carece de religión pero es a su vez creencia común de todas las especies.

Tampoco es utopía, esa carente elocuencia o significado que dan los humanos a la posibilidad de perfección en su existencia.

En este país nada es perfecto, todo es natural, vivo porque está ya muerto.

De su organismo entero brotan flores y entre sus rocas y acantilados corretean los anfibios.

 

Ha sido construido por millones y millones de especies y todos descansamos en la misma condición.

Los otros, los vivos, corren contra el tiempo y hacen preguntarnos si no estamos, -los habitantes de este país- más vivos que ellos.

Desde aquí se puede ver todo, y como lechuzas, sabemos girar 360 grados nuestras cabezas. Lo que pensamos que era visión erraba, el dominio de la naturaleza erraba, el conocimiento de la muerte erraba, todo tipo de conocimiento en suma, erraba.

 

Aquí se ve distinto. El plancton poblando las laderas, las lagartijas corriendo entre los musgos y los tréboles, los duendes de ojos verdes, los impares pétalos de las flores…Todo lo que habla a través de poros, aletas, ojos, cuerpos. Nuestro lenguaje es otro, en definitiva, otro.

Cuando vean nevar piensen en ese lenguaje como los círculos-logos de nuestro pensamiento en su memoria.

 

 

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