PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Niña con pies de hielo

Andrea Bernal

 

Érase una vez una niña con pies de hielo que vivía en Lanzarote.

 

Dicen que habitaba en una casita muy pequeña con poca luz al sur de Tenesar.

 

A penas salía a jugar bajo el sol, pero los pocos habitantes que la veían quedaban atónitos al comprobar que nada fundía su gélido atuendo.

 

¿Se trataba de agua común? ¿Qué cristal cubría su tobillo que jamás se derretía con el sol?

 

La niña caminaba con su hielo produciendo un sonido contundente , como un zapato de tacón.

 

Acostumbrada a ver sus pies congelados, presumía de ser la más alta de su clase con solo doce años.

 

Su vida sucedió junto al hielo. El sol, la sal, las olas…Nada provocaba su destrucción.

 

Pasaban los años. Dicen que desarrolló un caminar hermoso y una bella voz. Cada mañana se levantaba temprano, desayunaba en una vieja mesa de madera y solía canturrear una canción :

 

“¡Dulce Polo Ártico/

dentro de mis pies habitan osos blancos/

habitan osos blancos y un helado corazón!”

 

Un día la niña se convirtió en una bella mujer. Sus cabello se volvió muy lacio y sus ojos verdes y almendrados.

Algunos hombres secretos cuentan que se enamoró.

Nadie sabe quién fue su caballero, pero el pasado enero, en la orilla de Tenesar, apareció un casco de hielo del que enigmáticamente había crecido una flor.

 

 

Comentarios (0)