PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Mareas

    

Andrea Bernal

 

 

Dos formas, dos modos de empujar, dos caracteres. Dualidades vitales y dualidades naturales.

 

Lo bello y lo siniestro, nuestras bondades y nuestras imperfecciones humanas, la calma y la tormenta, la Luna y el Sol, las mareas.

 

Ver de cerca el movimiento del mar y su liturgia hace comprender a ese Heráclito que fue ya consciente de nuestra ruta logos como seres cambiantes y de la propia naturaleza en su danza discontinua.

 

Nos bañamos con mareas altas y bajas, con Lunas llenas, nuevas o imperceptibles. Pero somos poco conscientes de lo que nos conecta con el agua o de la magia provocada por el Universo creador.

 

Fueron Piteas de Masalia y Plinio el Viejo quienes comenzaron a estudiar las mareas. Las mareas son diámetros terrestres que apuntan a la Luna.

 

La marea baja se produce cuando la Luna atrae con mayor fuerza al agua que está más cercana a su centro de gravedad.

 

La marea alta ejerce fuerza de atracción sobre el agua situada en el resto de la Tierra. El agua pesa menos cuando está más alejada de la Luna, y por tanto, se eleva.

 

Que la Luna, nuestro satélite natural, influya sobre nuestros mares, es muestra de nuestra dependencia con lo desconocido.

 

Bañarnos con marea baja, alta, bucear, introducir nuestro cuerpo lleno de agua en el agua, debe invitar a reflexionar sobre nuestra pequeñez, sobre el mecanismo de un Universo del que aún desconocemos muchas cosas. Debe volvernos apasionados naturalistas, seres que respetan lo que les ha dado vida, ojos de asombro en un mundo que no sabe ver.

Comentarios (0)