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Lapsus

Andrea Bernal

 

Quería escribir sobre algo, pero recordé que mañana tenía cita ginecológica antes del colegio, después psicólogo, después esgrima, y que si salía antes -con suerte- del trabajo, debía llamar a fertilidad. Sí, a aquella mujer que comparó mis óvulos con naranjas y me hizo sentir que mi cuerpo podía ser un naranjo.

 

Quería escribir sobre algo, pero me olvidé. Tenía que coser la camisa de mi hijo pequeño, prepararle el bocata del recreo, aguantar otra vez su grito contra el profe de matemáticas, concertar una nueva cita con el dentista y llamar a telefónica para que dejasen de cobrar un teléfono en desuso de casa de mis padres.

 

 Quería escribir sobre algo. Sufrí un lapsus. Después de la pesadilla dudé si tomar más melatonina. Había tenido una pesadilla horrible en la que él estaba acostándose con otra mujer y yo tenía fiebre. Había soñado que él me mentía en todo. Una vez recuerdo haber querido escribir sobre eso, pero acumulaba ya demasiados demonios, de modo que mi vida se volvió un lapsus prolongado y prolongado…

 

Quería escribir sobre algo, pero mamá tenía un día extraño y Betty no había podido ir a casa. Ninguno de mis hermanos podía hacerse cargo de mamá porque estaban en el trabajo. Trabajos muy importantes. Casi siempre llevaban corbata.

 

Quería escribir sobre algo, pero él no paraba de llamarme y yo no me podía concentrar. Parecía entusiasmado contándome su cantidad de proyectos nuevos, su subida de salario o su nuevo puesto laboral. Yo apenas tenía manos para coger el teléfono.

 

Quería escribir algo, pero empecé a llorar de impotencia cuando vi mi cuenta bancaria y pensé que no podría congelar óvulos. Entonces, escribí un poema sobre una niña ficticia que nacía de un cajero automático. Mucho más fácil que un parto y tremendamente horrible y capitalista. Una niña que viviría en un sistema atroz y una crisis continua. Con suerte la niña era muy hermosa y risueña, y tenía una pequeña boina roja. Tal vez era una señal de protesta.

 

Quería escribir sobre algo, pero me di cuenta de que debía levantarme a las 6 de la mañana y que necesitaría 365 días más que él. Más que ellos.

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