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Lanzarote masificada

Eduardo Núñez

 

Nuestra Isla tiene una extensión de 845,94 kilómetros cuadrados, estando protegido casi la mitad de su territorio (41,5%). Cuenta con casi 159.000 habitantes de derecho y una densidad de población de 167,74 Hab/Km2, siendo la media española de 94.  También hay que considerar los 2,69 millones de visitantes registrados el último año. Se trata de un territorio pequeño y  superpoblado.

 

En los últimos años, se ha construido  un nuevo hotel en Playa Blanca, el más grande de la Isla, con 1400 plazas. Otro se edifica, a tiro de piedra del anterior, con 700 camas y quizás este proceso no pare aquí. No cuento otros alojamientos más pequeños puestos en funcionamiento en los últimos años. Ya tenemos unas 93.000 plazas alojativas oficiales y unas cuantas más no registradas. Parece que esta voracidad urbanística no tiene límites. Todo será legal, pero nuestro territorio no lo soporta. Es el que es, y  no  se puede estirar como el chicle.

 

Esta situación conlleva masificación y si consideramos las deficientes infraestructuras insulares  en transporte colectivo, sanidad, educación y en casi todos los servicios, nos lleva a la saturación, al deterioro y a la perdida de calidad de vida. Falta vivienda residencial, las de protección oficial son casi inexistentes. Gente viviendo en caravanas. La escasa oferta de alquiler registra precios abusivos.

 

El poder político tiene mucha responsabilidad en lo que ocurre, no se puede autorizar nuevas construcciones sin tener en cuenta sus consecuencias. Se importa mano de obra  para edificar, luego para mantener y ofrecer servicios. ¿Dónde van a vivir, escolarizar a sus hijos, acudir al médico o recibir cualquier servicio?

 

Pero también tienen responsabilidad en este  deterioro, aquellos que tienen alquiler vacacional no autorizado. Alojamientos en tiendas de campaña montadas en azoteas, terreno agrícola o en locales comerciales. Alquiler de literas en antiguos negocios ahora cerrados. Quienes transforman su garaje en una vivienda poca ventilada sin pedir ningún permiso, que luego alquilan a precio de oro.

 

Hay que parar y reflexionar sobre nuestro futuro. Tener en cuenta parámetros ecológicos que ayudan a definir la sostenibilidad, como la Huella de Carbono. Recuperar iniciativas  como la Ecotasa, ya vigente en algunos destinos turísticos. Acción política y administrativa. Velar por el cumplimiento normativo. Como ciudadanos de esta Isla, no nos podemos poner de perfil.

 

El aprovechamiento momentáneo, nos acerca a la autodestrucción. Lanzarote vive de su belleza natural, su paisaje, de ser una isla sostenible con buena calidad de vida, no de su masificación. Nuestra isla es nuestro hogar, además de la gallina de los huevos de oro. No hagamos cierto el refrán “Entre todos la mataron y ella sola se murió”.

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