La transición esperpéntica: ¿Resucitando al gas?
Por Carlos Manuel Medina Álvarez
El complejo y difícil problema de la obsolescencia del sistema de generación de energía eléctrica de Canarias no se resolverá ni en el corto ni en el medio plazo, todo lo más, a largo plazo (mínimo diez años), y dependiendo de lo que hagamos.
En efecto, cada hora, día, semana, mes o año que pasa aumenta la probabilidad de fallo por entrada en obsolescencia de más grupos de generación, por lo que el riesgo de apagón, o ‘cero energético’, no empezará a desaparecer hasta que el primer MWh sea generado e introducido en la red por los renovados grupos de generación térmica convencional. El camino que queda por recorrer es duro e incierto y estará lleno de obstáculos y también, cómo no, de algunas contradicciones, conflictos o, incluso, curiosos posibles escenarios, los cuales pasaremos a exponer.
El pasado 4 de julio de 2.024 el Ministerio de Transición Ecológica del Gobierno de España, en adelante MITECO, publicó en el BOE la tan esperada “Resolución por la que se convoca el procedimiento de concurrencia competitiva”, más conocida como “El Concurso”, cuyo objetivo es instalar en Canarias 971 MW de generación térmica convencional. Aunque con más de una década de retraso y aun no cubriendo la potencia total necesaria (1.500 MW, aproximadamente), se trata, sin duda, de una magnífica noticia por cuanto constituye el primer paso para la resolución de un problema larvado que fue puesto en conocimiento de la opinión pública en agosto del año pasado, a raíz del cero energético experimentado en la isla de La Gomera.
El lector debe ser consciente de que existe un conflicto entre la realidad energética de Canarias y la ‘Transición Energética’ tal y como ha sido concebida y ejecutada por la Administración. En efecto, la realidad es tozuda y debemos aceptarla de forma fría y tranquila y no tratar de deformarla, por grotesca que nos parezca.
Realidad y ficción.
Se dice que el esperpento es una técnica literaria basada en acentuar los atributos grotescos e incoherentes de la realidad.
En el ámbito de la energía eléctrica, la ‘Transición Energética’ de Canarias, concebida como la transformación de un sistema de generación basado en los combustibles fósiles en otro, mucho más complejo, sustentado por fuentes renovables, está comenzando a encallar de forma manifiesta, lo cual constituye un auténtico fracaso como sociedad, en gran medida debido a la ‘carburocracia’ (contaminación de la atmósfera por inacción y obstrucción de la propia administración a los proyectos renovables) y al gran rechazo social, cada vez más palpable, hacia instalaciones que demandan gran cantidad de territorio generando un impacto paisajístico considerable. “El Concurso” podría ser su certificado de defunción definitivo. Dicha ‘Transición Energética’ ha transmutado y se ha convertido en una ‘Transición Esperpéntica’, definida como la transformación de un sistema de generación alimentado por combustibles fósiles (fuel oil, gasoil, dieseloil) a otro afianzado sobre otros combustibles fósiles, eso sí, a priori, menos contaminantes, pero con treinta y cinco (35) años de retraso.
Y esto es así porque en los próximas tres o cuatro décadas, como mínimo, diez (10) años de tramitación/construcción más veinticinco (25) años de operación de vida útil regulatoria (VUR), el suministro eléctrico de las Islas Canarias se seguirá atendiendo, de forma preponderante e inevitable (más del 50%), a base combustibles fósiles, con un grado de penetración de renovables más o menos destacado, dependiendo del mayor o menor grado de oposición social y del mayor o menor nivel de capacidad gestora y administrativa de las Corporaciones locales de cada isla.
“El Concurso” no ofrece dudas al respecto. La producción de energía eléctrica categoría A deberá realizarse, según su Anexo VII, utilizando grupos motogeneradores alimentados con gasoil, dieseloil, fuel oil, GNL, gases licuados del petróleo o gas natural, mezclados, en mayor o menor proporción (mínimo 5%), con combustibles alternativos, más ecológicos, y siempre que exista disponibilidad local, cosa que, a día de hoy, no ocurre en Canarias, al menos en las cantidades que se precisan.
Cabe destacar que “El Concurso” prioriza los criterios técnicos y de seguridad (75% de la puntuación) sobre los criterios ambientales (25% de la puntuación), lo cual es totalmente lógico y razonable si lo que pretendemos es no tener que depender de las velas y/o linternas. También exige una gran solvencia económica a las empresas mediante el depósito de una garantía por importe igual al 2% de las inversiones a realizar, lo cual debe resultar disuasorio para compañías que vengan a ‘vender humo’ con propuestas fantasiosas e inviables.
Costes del gas.
La cuestión que surge y que no queda clara, ni en el propio concurso, ni en el Real Decreto 738/2015, es si el MITECO costeará la construcción de la infraestructura de almacenamiento y distribución de gas, caso de que alguna licitadora decida ofertar este combustible en alguna de sus formas, mezclado o no, como hemos dicho, con algún combustible alternativo. Una oferta en esta línea es totalmente lógica y deseable por cuanto de esta forma dicha empresa conseguiría una mayor puntuación en los criterios ambientales frente a otra que utilizase gasoil o fuel oil, por ejemplo.
Esta aclaración es absolutamente necesaria dado que, a diferencia de Baleares, donde ya disponen de esta infraestructura gasista para atender el suministro de las centrales térmicas, en ninguna central de las Islas Canarias existen estas instalaciones, por lo que habría que construirlas desde cero, eso sí, nada menos que tres décadas y media después de que se planteara en el PECAN 89, y después de haberlo incluso debatido y propuesto en los años 70, precisamente en el Colegio de Ingenieros Industriales de Canarias, como la mejor alternativa al carbón en aquel momento.
Los escenarios que se plantean resultan, cuanto menos, curiosos, cuando no surrealistas. En el primero de ellos, caso de que el MITECO confirme que dentro de los costes reconocibles de inversión se incluyen las infraestructuras de almacenamiento y distribución de combustibles gaseosos, en cualquiera de sus modalidades, nos encontraríamos ante la definitiva implantación del gas en Canarias, eso sí, por la puerta de atrás y con treinta y cinco (35) años de retraso, habiendo contaminado, desde entonces, y esperando por las renovables, lo que no está en los escritos a base de quemar fuel oil. En el segundo caso planteado, si el MITECO no considera incluido en los costes reconocibles las inversiones en infraestructuras de almacenamiento y distribución de gas, la pregunta que surge es ¿qué empresa estará dispuesta a sufragar a su costa dicha inversión y cómo la va repercutir en el precio final de la energía, si este es auditado?. ¿Qué pasaría si ninguna empresa oferta combustible gaseoso por no querer asumir como propia la inversión de la infraestructura gasista? ¿Seguiremos quemando gasoil o fuel oil en las centrales eléctricas de Canarias, manteniendo el liderato en Europa en contaminación ambiental de centrales térmicas? ¿No es todo lo relatado algo esperpéntico?
Carlos Manuel Medina Álvarez. Ingeniero Industrial. DECANO del COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS INDUSTRIALES DE CANARIAS ORIENTAL