PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

La resurrección de la sardina

Andrea Bernal

 

 

Son fechas de cuaresma, fechas de recogimiento e introspección. En nuestra isla, son también fechas de carnaval. Y esta es la historia de una sardina que quiso reír eternamente y resucitar.

 

 Un clupeido, llamada Tulum, vestida de plata y azul, con ojos saltones, de 20 cm, pizpireta e inteligente, fue elegida este año como embajadora de los Carnavales 2023 de Lanzarote.

 

Amenizados por pasacalles, talleres, gigantes y cabezudos, parrandas y murgas; los conejeros disfrutan estos días de unas fiestas de gran tradición donde colores y disfraces son protagonistas.

 

El entierro de la sardina, se celebró este miércoles, con la consiguiente quema de Tulum en El Reducto.

 

Tulum sabe de la necesidad simbólica y la importancia de su quema, pues se trata de algo que coincide con el miércoles de ceniza y a su vez representa la regeneración y reflexión colectiva.

 

 En los orígenes de todo carnaval, como es costumbre en España y Hispanoamérica, se incide en la quema de un pasado que transforme o libere, aunque lamentablemente la parte de reflexión y transformación se olvide en muchos casos o ni siquiera se piense en el significado real de muchas fiestas.

 

En su camino hacia El Reducto, fue acompañada por muchos conejeros, por una alcaldesa que piropeaba su azul, por una presidenta que intentaba pintarle los labios rojos, por viudas cantantes, niños, el señor Chaplin, murgas, comparsas y batucadas.

 

Tulum no paraba de reír, no entendía que algo tan alegre acabase con una hoguera, pero aceptaba su necesario destino de transformación . Como todo pequeño animal conocía de primera mano la transmigración platónica.

 

El suceso se produjo: La hoguera, las llamas, los llantos. Llantos que eran tan fuertes viendo los ojos saltones y moribundos de Tulum, que llegaban hasta los bordes de Tinajo.

 

Siendo tan extravagante, atrevida, y perspicaz, pensó que debía revivir. De ese modo unió todas sus piezas de hojalata, papel, yeso;  y ayudada por los intrépidos moluscos de la playa,  volvió al mar. Su tamaño fue encogiendo a medida que se aproximaba a la orilla. Era un fenómeno inusual, pero tremendamente bello, que recordaba a la pequeñez de Alicia en el País de las Maravillas.

 

En el mar pudo contar a sus compañeras los alegres carnavales, pudo volver a ser sí misma: Un pez real, un clupeido.

 

Solo un niño a primera hora del viernes pudo ver su transformación. Un niño que fue gritando por la avenida: ¡Ha resucitado la sardina!

Comentarios (0)