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Jarrones chinos y la gran metáfora política

Joel Delgado Cáceres

 

En la intersección de la historia cultural y la política contemporánea, surge una intrigante metáfora que arroja luz sobre la dinámica de los políticos locales y su relación con la sociedad. Los jarrones chinos. Objetos emblemáticos de la artesanía oriental que ofrecen una mirada a través de la cual podemos examinar la postura y la funcionalidad de nuestros líderes políticos más cercanos. Esta comparación revela matices sorprendentes y a menudo incómodos, destacando las tensiones entre la estética y la sustancia en el ámbito político. Esta reflexión que les ofrezco surge de mi visita profesional y educativa a determinados plenos de diferentes corporaciones cercanas y a la visualización de plenos en cámaras regionales y nacionales.

 

Los jarrones chinos son conocidos por su belleza estética y su elaborado trabajo artesanal. Su presencia en los hogares y museos trasciende fronteras, siendo admirados por su gran delicadeza y detalle. Sin embargo, detrás de su fachada ornamental, estos jarrones a menudo carecen de una utilidad práctica y funcional. Al considerar esta analogía en el contexto político actual, es difícil no ver paralelismos con ciertos políticos que, a veces, se centran más en la retórica, la imagen y la comodidad propia que en la implementación de acciones ejecutivas beneficiosas para sus representados.

 

Al igual que algunos jarrones chinos pueden ser enigmáticos y difíciles de descifrar en términos de su propósito real, algunos cargos públicos han demostrado saber ocultar sus intenciones detrás de discursos grandilocuentes y promesas vacías. Esta metáfora revela el desafío de discernir entre la superficialidad y la autenticidad en ambos casos. Además, los jarrones chinos a menudo han sido objeto de controversia, ya que la autenticidad y la procedencia de algunos ejemplares han sido cuestionadas. En una sociedad donde la transparencia y la honestidad son esenciales en la política, esta comparación destaca la importancia de una rendición de cuentas genuina por parte de los líderes cosa que, de momento, no vemos en nuestra casa en relación con asuntos trascendentales para la isla.

 

No obstante, sería injusto pintar a todos nuestros representantes con el mismo pincel. Así como no todos los jarrones chinos carecen de valor, no todos los líderes políticos carecen del mismo, ni de sustancia o empuje. Algunos de nuestros representantes más cercanos han demostrado un compromiso real con el bienestar de la sociedad y la implementación de políticas que tienen un impacto positivo. Estos líderes destacan por su autenticidad y enfoque en resolver los problemas reales que enfrenta el territorio al que representan, y ejemplos de ello tengo muchos y de todo signo político.

 

La utilidad puede ser otra de las cuestiones en las que podemos relacionar a estos jarrones chinos con nuestros representantes. El intento de engaño por quienes controlan algunas organizaciones políticas, disfrazando los cargos orgánicos de utilidad es un ejemplo más,  porque en realidad, su margen de acción está totalmente limitado y controlado. Lo digo con conocimiento de causa. También he visto jarrones chinos en debates plenarios totalmente acomodados y ni siquiera son capaces de fijar la posición de su partido en asuntos trascendentales, tal vez, porque en el debate se sacaría a relucir la nula capacidad del jarrón chino de impresionar al que lo contempla, privándonos de debate plenario y/o parlamentario, que es esencial en la actividad pública.

 

En última instancia, la metáfora de los jarrones chinos y los políticos nos recuerda la importancia de mirar más allá de la superficie y cuestionar lo que realmente sustenta la retórica política. Es un llamamiento a la ciudadanía para ser críticos y exigentes en su evaluación de los líderes, buscando aquellos que combinan la estética con la sustancia, y cuyas acciones respalden sus palabras. Al igual que los coleccionistas buscan autenticidad en los jarrones chinos, los ciudadanos deben buscar autenticidad en sus líderes, para así construir un futuro más sólido y significativo. Que nuestra isla no se llene de jarrones chinos.

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