De fiesta en fiesta
Mencey Rodríguez de León, equipo de trabajo sobre medioambiente y entorno urbano de LEP
Justo hace un año publiqué mi primer artículo de prensa, donde expresaba mi malestar por la celebración de conciertos multitudinarios en un espacio tan sensible, como es la playa del Reducto en Arrecife. Un año después, el Ayuntamiento de Arrecife sigue incumpliendo sus propias ordenanzas.
De nuevo, el Reducto es el epicentro de las fiestas patronales de nuestro municipio, a pesar de ser uno de los enclaves más singulares y delicados del litoral de Canarias.
Lamentablemente la capital de Arrecife no dispone todavía de un espacio adecuado para la celebración de actos de gran afluencia. Es paradójico que la corporación haya gastado en un año 6.5 millones de euros en fiestas y que ni un solo euro, haya sido destinado a mejorar las infraestructuras públicas destinadas a la celebración de eventos y actos culturales.
Me refiero a lugares públicos, ya que recordemos que el actual grupo de gobierno gastó más de 40.000 euros en acondicionar el solar de Agramar, espacio privado utilizado para la celebración de los concursos de murgas y conciertos de los últimos carnavales de Arrecife.
Durante el último año, el ayuntamiento de Arrecife se ha convertido en una auténtica empresa de eventos. El alcalde "de la tercera capital de Canarias" se enorgullece de que nuestro municipio sea simplemente una "capital de eventos".
Mientras tanto, Arrecife sigue sufriendo las mismas carencias de hace años. Más allá de algunas obras y reformas sin ningún tipo de criterio, la ciudad de Arrecife no ha cambiado. Redes semafóricas millonarias que no funcionan; obras inauguradas pero deficientes e inacabadas; peatonalizaciones poco ambiciosas; un transporte público ineficiente; redes de saneamiento que se desbordan; ausencia de ordenación urbanística; un patrimonio histórico y cultural que se debilita; un comercio local cada vez más abandonado; y un largo etcétera.
No, esto no va de si debemos permitir o no la celebración de actos y eventos. De hecho, hay que reconocer que los eventos culturales y de ocio son necesarios para el disfrute y el desarrollo de una sociedad. Pero no puedo entender que la ciudad se convierta únicamente en una discoteca al aire libre, utilizando para ello dinero público, cuya gestión es más que dudosa.
Algunos justifican el gasto, pero nadie explica cómo un ayuntamiento puede triplicar el gasto en festejos, según lo aprobado en los últimos presupuestos municipales. El ayuntamiento defiende su gestión publicitando la gran dinamización y transformación que está experimentando la capital, eso sí, sin ningún informe técnico de impacto económico que así lo acredite por el momento.
La corporación municipal es un campo de batalla, donde las diferentes concejalías, gobernadas por diferentes partidos políticos, compiten para hacer la fiesta más multitudinaria. Hasta cinco concejalías organizan actos y eventos a destajo. Esta lucha interna se escenifica públicamente cada día más.
Mientras tanto, los vecinos de la capital son los grandes perjudicados. El ayuntamiento, sin ningún tipo de consenso, ha tomado la decisión de incordiar el descanso de los vecinos, incumpliendo sus propias ordenanzas. Y entretanto, el alcalde de esta ciudad se dedica a dirimir cualquier crítica vecinal a través de descalificaciones y faltas de respeto.
Podré presumir de tener las mejores fiestas de la historia, a la altura de "la tercera capital de la isla". Pero lamentablemente no puedo decir que Arrecife esté a la altura de ser capital de Lanzarote. Que cada uno saque sus propias conclusiones.