Cándido, un hombre grande
Por Astrid Pérez
Quiero empezar mi recuerdo a un gran amigo, a un gran compañero, Cándido Reguera, con una frase del libro El Principito que dice: “No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”. Él era de los miraban con el corazón y que ahora se nos ha ido, no sin antes traspasarnos hasta el último aliento de su optimismo, de su entusiasmo, de su absoluta pasión por el trabajo, pero sobre todo, de su gran corazón, de su visión de futuro, su amor a su tierra y a su labor.
Su amplia trayectoria política la inició cuando tenía 28 años siendo vicepresidente del Cabildo Insular de Lanzarote bajo la presidencia de Nicolás de Páiz, una vocación, la política, que jamás abandonó. Es indiscutible, fue un hombre grande de la política de Lanzarote, de la política canaria. Tan grande era su dedicación a su isla, que estaba dispuesto a desafiar a su enfermedad dando un valiente paso al frente para representar a su capital, a Arrecife, mostrando su disposición a encabezar la lista por el Partido Popular, “para terminar”, dijo “lo que he empezado”.
Pocas personas lo hubiesen hecho, pero Cándido, el hombre grande era de otra madera, de una robusta y resistente.
Con él hemos aprendido el tesón de que si algo queremos de verdad somos capaces de obtenerlo. Y si hoy no puede ser, mañana lo lograremos. Muestra de ello es la grandeza que siempre buscó para Arrecife; era su niña y quería que dejara de ser el patito feo de Lanzarote; la quería bella y poco a poco fue reconstruyéndola. Por fortuna, Cándido nos legó sus ideas y hoy cogemos su testigo a pesar de no creernos su ausencia.
Cándido Reguera va a ser recordado no solo por sus compañeros del Partido Popular, sino por miembros de otros partidos y ciudadanos que tuvieron la oportunidad y la fortuna de conocer a un político, a un hombre con profundos principios y valores democráticos que siempre presidieron sus discursos, sus decisiones y su distinguido estilo en política.
Hoy ya no está con nosotros, pero su espíritu sigue pululando en nuestros pensamientos, en nuestras conversaciones y ayudándonos a tomar las decisiones más sabias posibles. Te vamos a echar de menos. Te voy a echar de menos. Adiós compañero, adiós amigo.