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Breve radiografía de la política española. II/III.  Izquierdas

Eduardo Núñez González

 

Vivimos una situación política inédita. Un gobierno de coalición, formado por dos opciones progresistas, una de ellas es una suma de partidos en la que ya se han producido deserciones. Está apoyado por una miscelánea de fuerzas integradas por nacionalistas progresistas, izquierda radical e incluso dos derechas nacionalistas. Parece que, para la formación de este baúl de sastre, el miedo a un gobierno conservador fue determinante. No está claro que exista un proyecto vertebrador.

 

Un partido nacionalista conservador, que integra  esta amalgama, parece que tiene como  principal prioridad evadir sus responsabilidades judiciales. El progresismo de este gobierno, con el apoyo de dos fuerzas conservadoras, queda en entredicho. Se escuchan pocas voces  criticas en la izquierda. 

 

La parte más moderada, los socialdemócratas, saben lo complicado que es gobernar en coalición y sin mayoría parlamentaria. Dicen tener líneas rojas en su relación con los nacionalistas, pero se las saltan al poco tiempo de anunciarlas. Las continuas concesiones (la figura del Relator parece una broma), la bilateralidad concedida a Cataluña, asumir el falso relato nacionalista de lo ocurrido en 2017 o una ley de amnistía cuando menos dudosa, que quizás vulnera la igualdad entre españoles; no parecen medidas progresistas, mas bien suenan a claudicaciones para mantenerse en el gobierno.

 

La izquierda radical funciona casi como una asamblea universitaria, solo los mantiene unidos el poder y, al mismo tiempo, cuando una decisión no les gusta, juegan a ser oposición. Unos se han formado por escisión de los otros, lo que origina rivalidades y rencillas, que dificultan la acción de gobierno. Si discrepas te expulsan.

 

Las izquierdas nacionalistas tienen que aclarar cual de los dos atributos es prioritario, el que atañe al territorio o el progresista. La competencia con su homólogo  de la derecha, para ver quien es más nacionalista y consigue más cosas del gobierno, o la quimera de una independencia que nunca han tenido, están fuera de lugar. La unidad y sinergia se imponen en el siglo XXI. Deben ir más allá, madurar y hacerse mayores. 

El poder a costa de todo difícilmente dará buenos resultados.  Vista la evolución de los acontecimientos, quizás hubiera sido mejor repetir elecciones con un pacto previo de gobernabilidad entre las dos opciones mayoritarias.

 

En Europa deben estar alucinados. Hemos pasado de pedir la extradición de eurodiputados huidos de la justicia, a solicitar incluir lenguas regionales (catalán, gallego, euskera) en el parlamento europeo, corriendo España con todos los gastos. Cuidado con el contenido de las leyes que se aprueben, no creo que instancias europeas traguen con amnistiar delitos de malversación de fondos públicos o terrorismo.

 

Existe una tendencia conservadora a nivel mundial. Frente a ella, la izquierda  debe demostrar que tiene soluciones de futuro  a  problemas como inmigración, cambio climático, despoblación o medidas  para que la inteligencia artificial este al servicio de las personas y no del capital. Todo pasa por propuestas, diálogo y acuerdos.     

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