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Pablo Iglesias, Dina Bousselham y el móvil maldito

Una historia de contradicciones que puede dejar a alguno de los implicados "fuera de cobertura"

 

  • Lancelot Digital
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    Dina Bousselham, al cumplir 18 años en 2008, llegó a Madrid procedente de Marruecos. Se matriculó en Ciencias Políticas en la Universidad complutense, donde impartía clases Pablo Iglesias, hoy vicepresidente del Gobierno. En la Facultad conoció también a Íñigo Errejón, estudiante que pertenecía a una organización estudiantil denominada Juventud sin Futuro y actualmente diputado por Más País.

     

    El por aquel entonces profesor Pablo Iglesias le puso una matrícula de honor en su asignatura. Después la fichó para colaborar en La Tuerka, una tertulia política que Iglesias dirigía hasta que se ocupa la vicepresidencia. Asimismo, la nombra asesora en la estancia de Iglesias en Bruselas.

     

    Dina Bousselham pertenece a Podemos desde su fundación y, tras el triunfo político de la formación morada en las elecciones europeas de 2014, se convierte en persona de confianza de Pablo Iglesias. Posteriormente, fue ocupando diversos cargos dentro de la agrupación morada y desde el pasado mes de mayo dirige el medio digital La Última Hora, donde ella firma todos los editoriales.

     

    El 1 de noviembre de 2015, mientras Bousselham se encontraba en un centro de Ikea de Madrid, le roban el abrigo donde llevaba la cartera y un móvil con una tarjeta de memoria con documentos estratégicos de Podemos, fotografías íntimas de ella, fotos de Iglesias y otros militantes.


    Una mañana, a principios de enero de 2016, el por aquel entonces líder político Pablo Iglesias recibe una llamada en la que se le cuenta que hay una información que le afecta directamente. Ese mismo día por la tarde el ahora vicepresidente segundo del Gobierno acude a la sede del Grupo Zeta, editor de la revista Interviú. El presidente del grupo, Antonio Asensio, lo recibe y le invita a entrar en su despacho para que, en la soledad, compruebe el contenido de una tarjeta de memoria que había llegado a la redacción en un sobre hacía unos días.

     

    Allí le manifiestan que desconocen quién es Dina Bousselham, a la que pertenece dicha tarjeta, pero que hay información muy comprometida sobre él. Una vez que se ha examinado el contenido, Pablo Iglesias, agradecido, se marcha con la tarjeta de memoria “maldita”. Asimismo, Alberto Pozas, director de la revista Interviú, entregó, meses después, al excomisario Villarejo una copia de la tarjeta después de una comida en un lujoso restaurante de Madrid. Todo esto se está investigando actualmente en la Audiencia Nacional por el juez Manuel García-Castellón dentro del caso Villarejo.

     

    Esta misma semana, según han sacado a la luz diferentes medios, Dina declaró previamente ante el togado que la tarjeta de memoria no funcionaba cuando se la entregó Pablo Iglesias. Esto hizo sospechar del vicepresidente del Gobierno. El lunes conocimos que el juez retiró a Iglesias la condición de víctima, por la que ya había prestado declaración. Esto puede ser motivo para que el juez eleve una exposición razonada ante el tribunal Supremo.

     

    Las contradicciones de Dina han sido frecuentes en el caso. Destacan las siguientes:

     

    La primera de las falsedades se produce en marzo del año pasado, antes de las elecciones, cuando Dina oculta al juez un dato fundamental: el haber compartido las capturas de pantalla en la que Pablo Iglesias vertía comentarios machistas sobre Mariló Montero, en los que decía que “la azotaría hasta que sangrase”. La intención era culpabilizar a Villarejo. La Policía acredita que se trata de una mentira y a Dina no le queda otra que reconocer que las capturas las había pasado a terceras personas.

     

    La segunda mentira se produce el pasado 18 de mayo, al entregar Dina la tarjeta con la información. La Policía no pudo extraer su contenido porque estaba quemada parcialmente. Su marido, Ricardo Sa Ferreira, manifestó a los agentes de la autoridad que, tras el robo, él no había vuelto a tener noticias de la tarjeta. Para demostrar que ella no la destruyó, aporta como prueba una serie de correos electrónicos que había enviado a una tienda con el fin de intentar recuperar los datos. Los correos se envían desde la cuenta de Sa Ferreira, razón por la cual Dina pone en compromiso la versión de Ricardo.

     

    Por otro lado, siguiendo en la dinámica de contradicciones, Dina afirma que sus intentos de recuperar el contenido se realizaron en el verano de 2016, cuando los correos son de 2017. Con esto es imposible conocer el tiempo en el que estuvo la tarjeta en poder de Pablo Iglesias.

     

    La cuarta contradicción consiste en que Dina declara al principio que había recibido la tarjeta quemada y que, por lo tanto, no pudo acceder a su contenido. Esta declaración pone en aprietos a Iglesias. Sin embargo, para salvar al líder de Podemos, la exasesora se ha vuelto a contradecir este viernes manifestando que sí que pudo visualizar los contenidos de la tarjeta y que esta no tenía daños.

     

    En relación con todo este escándalo, el que fuera fiscal de Lanzarote, que destacó por sus actuaciones en el caso Unión y Stratvs, Ignacio Stampa, ocupa hoy el centro de atención en varios medios en Madrid, por unas presuntas sospechas de revelaciones secretas a la abogada de Podemos, Marta Flor.

     

    Toda esto surge después de que El Confidencial publicara un chat interno de Podemos en el que algunos interpretan que el equipo legal del partido morado accedió a información de la Fiscalía anticorrupción, incluso antes de que se abriese una investigación sobre el caso del robo de la tarjeta del móvil a su asesora Dina Bousselham, asunto que está en los tribunales de Justicia.

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