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Una isla saturada de humo

 

  • Lancelot Digital
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    Curiosamente siempre que se acercan las elecciones, el PSOE de Lanzarote intenta abrir, al menos de boquilla, el debate del decrecimiento turístico. Una cuestión que como avanza el activista Pedro Hernández se viene verbalizando sin resultado alguno desde hace treinta años. Creen que nombrando las palabras mágicas de contención del crecimiento, crecimiento sostenible y César Manrique ya está hecha la tarea de un problema con muchas aristas y muy complejo. Nada les decimos cuando se invoca la palabreja de la necesidad del cambio de modelo económico sin que nunca un socialista haya siquiera nombrado la alternativa convincente al Turismo

     

    Lanzarote recibió en 2022 cerca de 2'5 millones de turistas, una cifra que, en primer lugar, supone todo un éxito desde el punto de vista de posicionamiento como potencia turística de primer orden y habla de la buena marcha del sector del que por suerte vive la compleja sociedad lanzaroteña. No olvidemos que el turismo ha cambiado nuestro modelo de sociedad en tan sólo cincuenta años a mejor (fuera añoranzas), cinco décadas en las que Lanzarote ha pasado gráficamente del burro al BMW.

     

    Controlar el crecimiento ya se intentó en su día con la moratoria turística, fracasada tanto a nivel regional como insular. Se calcula que las indemnizaciones que el Gobierno de Canarias debe asumir para con los empresarios perjudicados superan los 500 millones de euros, pero lo peor es que no sirvió a la larga para dejar de construirse ni una sola cama en las islas Canarias. No fue mejor en el caso de la polémica moratoria de Lanzarote, donde el anuncio del Cabildo no hizo más que precipitar el crecimiento y acelerar las construcciones como nunca había ocurrido en Lanzarote en un periodo de 10 años. Sólo sirvió para que un conocido despacho de abogados se hinchara y continúe haciéndolo "a costa" de todos.

     

    Ahora, a cuatro meses escasos de las elecciones volvemos al mismo discurso vacío de contenido de siempre. La presidenta del Cabildo de Lanzarote anunció en FITUR, y ha vuelto a reiterar posteriormente por si a alguien no le quedó claro el asunto, que quieren declarar Lanzarote "zona saturada turísticamente". Y lo hacen porque lo que queremos en la isla, asegura, es un turismo Premium... un turismo que deje mucho dinero.

     

    Como idea es estupenda, pero claro, tal y como se le ha recordado desde el sector empresarial, el turismo premium exige una oferta premium (tal y como ya ocurre en otros puntos del país como Andalucía o Baleares). ¿Y qué le falla a Lanzarote en este sentido?

     

    ¿Por dónde empezar? A la isla le faltan buenos servicios públicos, más seguridad, inversión en grandes y pequeñas infraestructuras, renovación de espacios públicos en zonas turísticas que no han hecho los deberes de esos planes de modernización y mejores carreteras... Lo poco que se ha hecho en esta legislatura, en la que además se ha contado con un parón pandémico ideal para invertir en obras, ha sido la iniciativa privada, a pesar del palo económico del Turismo "0" que se vivió por la Covid-19.

     

    Porque la realidad es que en estos cuatro años no se ha hecho casi nada de nada para avanzar en ese modelo que ahora proclaman. No se ha invertido en energías renovables, ni solares ni eólicas, ni se ha realizado ni una sola carretera de carácter estratégico (al margen de la ya manida Rotonda de Mácher) por parte del Gobierno de Canarias, no se ha levantado ni una sola vivienda pública por parte del Gobierno, ni siquiera el Cabildo que detectó el problema y pidió un crédito millonario lo ha empleado aún, algo que está castigando especialmente a las clases más necesitadas.

     

    Es más, no se ha sacado adelante ni un solo plan territorial. El documento del PIOL de Ezquiaga ya culminado a falta de la adaptación a la Ley del Suelo se tiró a la basura, el Plan Especial de La Geria prácticamente culminado, sigue en la gaveta, el de Plan de Uso y Gestión del Archipiélago Chinijo, ni está ni se le espera tras 20 años de espera. Tampoco se ha sacado el plan de energías renovables, tan importante para un partido que enarbola insistentemente la bandera del medio ambiente y la sostenibilidad.

     

    No solo eso, curiosamente, paradojas de la vida, va a ser justo en esta legislatura (PSOE-Podemos) cuando se inaugure el mayor hotel de la historia de Lanzarote (más de un millar de camas) en primera línea de playa. Un proyecto que, también paradójicamente, parte de una concesión otorgada bajo el mandato de Carlos Espino en su época de consejero de Política Territorial.

     

    Y decimos que es curioso por su origen, no por la apertura del hotel, que tiene todo el derecho del mundo a abrir sus puertas y demuestra además que Lanzarote sigue siendo objeto de deseo para la inversión de capital turístico y que es, insistimos, una potencia turística de primer orden.

     

    Sabemos que no es sencillo, ni para el PSOE ni para ningún partido, llevar a efecto el tan traído y llevado decrecimiento de camas turísticas. La diferencia es que unos son consecuentes y buscan fórmulas con más o menos aciertos y otros siguen vendiendo humo. De hecho, ya nadie se asusta cuando habla el PSOE de estas cosas, porque sabe que son flor de un día y, menos mal.

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