Un alivio: no nos gobiernan los demagogos
Visto lo visto en el pleno de ayer (lunes 22 de junio) de proclamación del presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, y donde tomaron posesión los nuevos consejeros que a partir de ahora formarán parte de la recién estrenada corporación cabildicia, al menos podemos quedarnos con la tranquilidad de que las riendas del que debe ser desde el ámbito público el principal motor económico de esta isla, y la primera y principal institución insular donde se gestiona y se deciden los principales asuntos de importancia y de interés general de todos los lanzaroteños, va a estar (al menos de partida) en manos de un grupo de gobierno (CC-PSOE) con equipos cuyos líderes, además de algunos consejeros que lo conforman, son políticos de gran experiencia y encabezados por un presidente que conoce muy bien el funcionamiento de esta institución pública, que sabe de verdad (lejos de planteamientos ideológicos pueriles e ilusorios) cuáles son los retos de esta isla, y sobre todo que está dispuesto a tomar decisiones sacarla para adelante.
En su discurso, San Ginés se centró en realidades incontestables, como que el Cabildo no sólo ha destinado más del 30% de su presupuesto a políticas para los más desfavorecidos (con lo que quizás ha sido el Cabildo más social de la historia), sino que dio una lección ante los inexpertos nuevos consejeros de la oposición acerca de cuál es el papel principal de la primera institución insular, que no es otro sino remover obstáculos y promover las condiciones para que se cree riqueza y dinamismo económico en esta isla. Esta será, si se lleva a cabo, la principal contribución del Cabildo al bienestar de los lanzaroteños y lo que finalmente impulse la creación de empleo. Es decir, más que aplicar la política del subsidio y la subvención (por la que abogan los nuevos demagogos con una actitud paternalista hacia los más débiles de la sociedad) habrá que dejar de poner trabas y obstáculos para que los lanzaroteños puedan por ellos mismos sentirse útiles y salir adelante.
San Ginés dejó las ideologías para otro momento y dejó al descubierto el desconocimiento de los nuevos consejeros que integran los denominados partidos populistas, desmontando utopías, cuando no directamente tergiversaciones de la realidad, y las posibles soluciones que dan los partidos emergentes a problemas inexistentes. No hay que olvidar, por ejemplo, que gracias a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, a la que hay que reconocer la labor que ha hecho en estos años, en Lanzarote se han evitado muchísimos desahucios y que éste no es precisamente el primer problema que tienen los miles de lanzaroteños sin trabajo. El problema acuciante por el que pasan 14.000 personas en la isla es el paro, lo que impide a las personas vivir tranquilas y, nos guste o no, encontrar trabajo no depende, desde el ámbito político, de los discursos populistas y demagogos de los partidos emergentes, sino de la aplicación de políticas eficaces de gestión que requieren de algo más que de banderas y camisetas de protesta.
Lo bueno es que el grupo de gobierno, integrado por nacionalistas y socialistas, que empieza ahora esta andadura es, al menos de partida, una garantía para la isla. Tiene la legitimidad democrática de 20.000 lanzaroteños que lo avalan, o sea, mayoría más que sobrada de entre todas las personas que fueron a votar. En total, 19 de los 23 consejeros que integran la primera corporación son nuevos. Lo positivo es que sopla aire fresco y es hora de ventilar vicios y hábitos que hay que cambiar y mejorar, porque hasta la democracia es susceptible de avance. Pero lo importante, fundando los pies en el suelo, es que tanto CC como el propio PSOE, llevan en sus filas políticos responsables y con gran experiencia de gestión pública, que han demostrado tener una visión global de más alcance y mucho callo político a sus espaldas. Por ello, confiamos en que el PSOE muestre la responsabilidad y madurez que ha sabido demostrar en otros momentos, y no se deje llevar por otros intereses espurios de algunos despachos y algunas instituciones culturales que quieren dirigir la isla sin haberse presentado a las elecciones. Un alivio. De entrada, los lanzaroteños hemos escapado locos de que nos gobiernen los demagogos. Aunque no nos vamos a salvar de que algún “chiquilicuatre” de la bancada de la oposición demuestre los niveles que puede alcanzar la estupidez con las clásicas propuestas destructivas contra el progreso. Son los que se opusieron a la nueva carretera de La Geria (calificándola de atentado ecológico) o los que se encadenaron contra la carretera de Tahíche porque dividía el pueblo en dos. Habrá que armarse de paciencia ante la nada.
ón.