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Salvar el palmeral, un plan urgente que llega tarde

 

 

  • Lancelot Digital
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    Por fin Lanzarote ha puesto la vista en su palmeral, más de 60.000 palmeras que desde hace años no se encuentran en su mejor momento. Lo que debería ser un auténtico oasis de gran belleza se ha convertido, con el paso del tiempo y la escasez de cuidados, en una estampa preocupante y triste: la falta de agua, los insectos como el picudín y los hongos están acabando con la tan admirada palmera canaria en la isla.  

     

    Desde Lancelot Medios llevamos años advirtiendo de esta situación y del peligro que supone para la isla, sin demasiado éxito. Ahora, el Cabildo anuncia que comenzará un plan de actuación para salvar gran parte del palmeral lanzaroteño afectado, sobre todo, por la plaga de Diocalandra frumenti, más conocida como ‘picudín’, una especie de escarabajo, hermano menor del Picudo Rojo, que va poco a poco carcomiéndolo hasta matar al árbol. Todo apunta a que el principal problema ha sido la desidia institucional, sobre todo tras el parón turístico de la pandemia, que dejó morir de sed gran parte de las palmeras al no contarse con agua de riego. Pero también la falta de poda y rápido tratamiento cuando era visible la mala salud de muchos ejemplares de la palmera canaria, en los márgenes y jardines públicos. 

     

    El informe realizado hasta el momento por el Cabildo es demoledor: de las 334 palmeras afectadas por la plaga, casi el 25 % lo están de forma 'leve', más del 50% de forma 'moderada', y otro 25% con carácter 'grave'. Es decir el 80% de las palmeras están ya mal o muy mal. Es evidente que este plan, necesario y fundamental, llega desgraciadamente muy tarde para muchas palmeras que no podrán sobrevivir a todos los ataques mencionados: insectos, falta de riego y hongos.  

     

    Lo ocurrido tiene una explicación lógica. Si bien sí se actuó a tiempo ante la amenaza del picudo rojo en su día, de hecho, Canarias se posicionó como uno de los primeros lugares del mundo en ganarle la batalla a este peligroso insecto, el ‘picudín’ no parecía tan preocupante y se dejó en un cajón el problema. El insecto fue haciendo su trabajo y oleadas de patógenos aprovecharon la exuberancia de esta especie de palmera para convertirla en su refugio o en su fuente de alimento. Y es que las plagas atacan con mucha más dureza a los ejemplares que tienen desajustes alimentarios o que viven en un estado no adecuado, como falta de riego, y todo eso es lo que ha ocurrido en la isla.  

     

     

    Mientras en Fuerteventura comenzaron a atacar el problema de raíz hace años, en Lanzarote nos ha costado más reaccionar y ahora podría costarnos mucho, muchísimo este error: perder una de nuestras más relevantes señas de identidad. De momento, no sabemos, o no se recogen en el informe, que medidas se van a tomar, pero esperemos que, pese a todo, aún se pueda llegar a tiempo a gran parte del palmeral y que sea posible salvar a las palmeras canarias, todo un símbolo cultural de las islas.

     

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