Los autónomos no quieren seguir siendo “supermanes”
La repetida broma de que la mejor cura contra las enfermedades es hacerse autónomo, comienza a cansar. Al menos comienza a aburrir a los tres millones de autónomos que hay en España, que sostienen, sobre sus frágiles espaldas, parte de la economía del país y han visto como la tan laureada y aclamada reforma laboral del Gobierno de Sánchez no entra a solucionar ninguno de sus problemas. Y son muchos. Los autónomos en España se enfrentan a una inacabable lista de deberes, responsabilidades y obligaciones, pero no ven equiparados sus derechos a los que tienen los trabajadores por cuenta ajena.
De hecho, y de ahí la broma, muy mal tiene que estar un trabajador autónomo para cogerse una baja médica. No es ninguna novedad, pero ningún gobierno se ha atrevido a coger el toro por los cuernos y solucionar lo que se ha convertido en una auténtica deuda histórica del país con este sector. Y es que la situación de este colectivo no es similar en toda Europa. De hecho, en gran parte del continente, la cuota que pagan está directamente relacionada con sus ingresos. En España, no. Aquí paga la misma cantidad, el que gana 4.000 euros al mes que el que apenas llega a los 800 euros. Y no parece que tenga mucho sentido el que se permita semejante injusticia.
Es preciso mejorar la base de cotización del colectivo, aumentarla, en lugar de disminuirla, para que, si se enferman o se jubilan, las diferencias no sean tan extremas. Y es que nada tiene que ver ninguna de estas situaciones si se compara a un trabajador por cuenta ajena y a un autónomo. Siempre este último resulta evidentemente discriminado.
Lo cierto es que el sistema de jubilaciones y pensiones varía según los años cotizados, una persona que ha cotizado la cuota mínima durante 15 años tendrá derecho a unos 226 euros mensuales, si el tiempo de cotización supera los 25 años, la pensión que cobrará sube hasta los 561 euros, con una gran diferencia de aquellos que hayan cotizado por la máxima, cuya pensión llega a los 789 euros. En cualquier caso, hablamos de pensiones muy bajas y no adecuadas a las horas realmente trabajadas.
Además de sacar adelante sus negocios, los trabajadores por cuenta propia afiliados a la Seguridad Social deben encargarse de realizar las facturas y toda la documentación necesaria dentro del marco legislativo español. No tienen horarios, ni fines de semana, ni vacaciones. Y su fragilidad es tan grande, que son los primeros perjudicados cuando vienen mal dadas. No hay más que mirar los datos: durante la pandemia un total de 323.000 autónomos se vieron obligados a cerrar o acabar con sus negocios, siendo el 10% del total en apenas seis meses.
Y encima el Gobierno se plantea subir aún más las cuotas para paliar la inflación que sufre el país, algo que el colectivo de autónomos ya está advirtiendo que no va a poder soportar. Luego criticamos que en España todo el mundo quiera ser funcionario y que se emprenda poco. Queremos emprendedores porque generan empleo y economía, algo que es imprescindible para que el país funcione, pero les ponemos todas las trabas del mundo para llegar a fin de mes… Si no se soluciona este problema, los pocos autónomos que aún queden comenzarán a prepararse unas oposiciones y pasarán de ser una especie en extinción, a una totalmente extinguida.