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Comienza un nuevo curso político con curvas

 

 

Llega septiembre. Agosto, ese mes en que todo se ralentiza y cobra un ritmo pausado, deja paso a la vuelta a la actividad y al comienzo de un nuevo curso político que se inicia en una etapa casi post pandémica y en la que se hace necesario recuperar la normalidad. Ahora toca aprender a convivir con el virus porque la economía no resiste más. El verano ha sido positivo, más de lo esperado, especialmente a partir del 19 de julio, ya que, al turismo peninsular, fiel a la isla, se sumó la llegada de turistas británicos, franceses e italianos, entre otras nacionalidades. Además, ya a mediados de agosto, también Alemania levantaba las restricciones y la situación mejoraba aún más. De seguir todo así, y esperamos sinceramente que así sea, podemos esperar una buena temporada otoño-invierno y una normalidad real a principios de 2022. Pero esto no significa que la economía se vaya a recuperar al mismo ritmo que el turismo, ya que han sido muchos los daños colaterales generados y la subsanación de los mismos llevará tiempo. Los tan traídos y llevados nuevos felices Años Veinte, tardarán, por lo menos, uno o dos años en llegar si no surgen nuevas sorpresas.

 

Sin embargo, y aunque sea muy relevante, el tema turístico no es el único pendiente en la isla. Tenemos una larga lista por resolver. Y no hablamos de ninguna cuestión nueva: lo primero, el planeamiento. No podemos seguir permitiendo que la isla carezca de planes de ordenación. Cuando los lanzaroteños visitamos otras islas, no podemos dejar de asombrarnos de cómo van mejorando sus infraestructuras. Gran Canaria, sin ir más lejos, ha avanzado a pasos agigantados mientras Lanzarote no se movía de la casilla de salida. Autovías, túneles, hospitales, potabilizadoras… todo. No podemos seguir poniendo más palos en las ruedas del avance de la isla. El Plan Insular es necesario para redefinir la isla, ya no solo por el medio ambiente y la sostenibilidad, sino porque arrastramos unas infraestructuras obsoletas que no aguantan más y es preciso que la isla se ponga al día, de acuerdo con su actual población y sus necesidades, siempre evitando que crezca más.

 

Pero no solo eso, necesitamos mayor limpieza, un mejor cuidado del palmeral insular, mejores carreteras… no podemos seguir permitiendo que en esta isla ocurran cosas como las acontecidas con la carretera de El Golfo, cortada durante más de medio año por cuestiones meramente burocráticas. No obstante, hay que felicitar al Cabildo de Lanzarote, y en especial a su consejero de Obras Públicas, por el empeño que ha puesto en arreglar vías como la carretera de Nazaret o la del Mojón a La Vegueta, y otras muchas.

 

Otra cuestión es la de las infraestructuras de agua, otra asignatura pendiente. El Cabildo se ha puesto manos a la obra, pero ya vamos tarde. No sólo hay que garantizar el agua potable a través de una potabilizadora mayor sino también las aguas residuales. Cuando comience a aumentar el consumo por la mayor llegada de turistas, volveremos a tener problemas de suministro con el agua potable, y también con las aguas terciarias.

 

También están en la cola de espera el famoso Palacio de Congresos, el funcionamiento normal del Islote del Amor, mejorar realmente el patrimonio de la capital de la isla...  Pero sobre todo, el Cabildo no puede seguir con esa política de retrovisor, ahora hay que mirar bien para adelante. Hacia el futuro.

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